Teresita Iacobelli ha dado un gran salto con “Chaika”, de regreso a la cartelera hasta este domingo en el Teatro Finis Terrae. Experimentada manipuladora de muñecos (se lució en “Gulliver” y “Otello”, como parte de la compañía Viajeinmóvil de Jaime Lorca), y también dirigió “Tum”, obra para niños hasta 6 años del grupo Teatro de Ocasión. Esta vez, su desempeño alcanza niveles de sutileza y profundidad que ubican a “Chaika” como una de las mejores puestas en escena de lo que va del año. Algo así como una perla, que brilla lejos de toda parafernalia y abogando porque el espectador viva una experiencia sublime.
La obra es fruto del trabajo conjunto de Ia actriz chilena con la artista ruso-belga Natacha Belova, a partir de un taller de marioneta contemporánea que ambas dictaron en Santiago en 2015. Luego de esa experiencia decidieron unir talentos.
Chaika es una vieja actriz, muñeca de medio cuerpo que cobra incuestionable vida en manos de Iacobelli, con quien comparte humanidad y ciertos rasgos faciales. Chaika, no se explica cómo, se encuentra en un escenario para interpretar “La Gaviota” de Chéjov. Pero está sola, salvo por la ayuda de una joven -que bien puede ser su conciencia o tal vez una imagen de sí misma venida de su pasado- que se convierte en su atenta apuntadora.
Durante alrededor de 60 minutos y con exquisito desarrollo de planos, la dramaturgia de Belova y Iacobelli (con asesoría de Rodrigo Gijón) hurga no solo en la relación muñeco-manipulador y su simbiosis creativa, sino también en temas como la representación, el límite entre personaje e intérprete, el ansia del aplauso y, además, la vejez, la llegada del final de una carrera, la pérdida de la memoria.
La protagonista se olvida de los textos y de qué personaje debe representar, pasando de la joven Nina a Arcadina. Se frustra, improvisa e, inclusive, de pronto hace asomarse a Gertrudis, la madre de Hamlet. En estas idas y venidas, donde incluso habla con un peluche, asoma Chéjov y su reconocido texto. Y, lo mejor, no es necesario haberlo leído para entender.
El espacio escénico -tarea de Belova como diseñadora integral- es despojado. Solo una silla y una mesa, además de una raída cortina, componen toda la escenografía. La iluminación es la precisa para dotar de magia cada escena y convertir a Chaika en una realidad. La música, de Simón González basada en “Pobre Gaviota”, de Raúl Hernández, entrega una cuota más de nostalgia.
Por supuesto, hay que decir que Teresita Iacobelli realiza una performance de excepción. No solo hace que Chaika cobre vida prestándole parte de su propio cuerpo, sino que hay escenas en que realiza tres personajes, con destreza impactante. Y, aún más, regala imágenes de impactante belleza en los pasajes en que explora, sin palabras, la relación humano-muñeco.
“Chaika” es una pieza única, cuya reflexión y performance van más allá de un tiempo o lugar. Una perla de la cartelera, como dice el título de estas palabras.
fotografía Andrea Serrano
Coordenadas
Teatro Finis Terrae
Hasta el 8 de marzo
jueves y viernes 20 h, sábado 12.30 h y 18 h; domingo 16 h
$2.500 a $7.000