En el Festival Santiago a Mil se presenta “Arjé, el comienzo del universo” este 15 y 16 de enero lo hizo en la sala B2 de GAM, y el 21 de enero lo hará en la Plaza Roosevelt de Cerro Navia. La Compañía Las Cabras se focaliza en danza para la primera infancia, cuya dirección está a cargo de Daniela Pizarro Solari, bailarina y profesora, licenciada en la Universidad ARCIS, quien se ha desarrollado como creadora e intérprete de danza contemporánea, video danza y danza Bharatanatyam; y como actriz en la compañía Teatro del Silencio y realizando pasantías en España e India.
La compañía nace el año 2019 y está compuesta por 5 mujeres, artistas escénicas y docentes que han trabajado en espacios de educación formal y no formal y como artistas en creaciones escénicas con enfoque educativo. La compañía busca poner en valor la primera infancia, creando experiencias artísticas con profundidad conceptual y estética. Para ello, desarrollan procesos de experimentación en pequeño formato con un enfoque espiritual y para el aula, facilitando la conexión con los sentidos, la poesía e imaginación.
En 2020, la compañía lleva a escena su primera obra formal: “Arjé, el comienzo del universo”, puesta en escena y sonora que surge del Diplomado en Educación Creativa que estudió su directora.
La obra invita a la primera infancia (desde los 3 años) a presenciar la creación de la vida en el universo, donde una diosa nos relata el mito del huevo cósmico a través de la danza, movimiento y sonido.
La pieza coreográfica se divide en dos cuadros, el primero comienza con una intérprete vestida con un kimono blanco tocando un cuenco de cristal con agua, semejante a la vibración OM, el sonido existente antes de la creación del universo. El agua se utiliza como símbolo de fuente primordial, de elemento creador y mantenedor de la vida. Luego se hace sonar el Gong, ubicado en el centro atrás del escenario, aludiendo al primer sonido de la creación, al big bang, a la vibración que aún repercute en el universo. La actriz-músico, que encarna Paloma Estrada, es un personaje solemne, un alquimista, ejecutando sonidos sostenidos, inspirados en fenómenos naturales, como explosiones, erupciones, etc., sonidos guturales y agudos.
Aparece el movimiento del cuerpo-tela, un cuerpo completamente cubierto en tela plateada que interpreta Claudia Bell. Este cuerpo-tela manifiesta a gran escala al macrocosmos, a los cuerpos celestes del universo, como una estrella que brilla y destella luces al vibrar con los sonidos y al mismo tiempo en menor escala al microcosmos, a la materia, a una célula, un átomo. Claudia Bell a través de diversos movimientos genera figuras con el cuerpo que juegan con la imaginación, subjetividad y poética de los niños y niñas. Este cuerpo plateado se detiene un instante y aparece en escena el globo transparente, sugiriendo una nueva materia en el universo.
La segunda escena es otro escenario en el cual aparece la intérprete Daniela Pizarro, sentada tocando kantele, vestida con traje de Danza Clásica de India, en tono blanco con dorado y lleva ghungroos en los tobillos. Terminando esa música en cuerda, realiza una danza Bharatanatyam. La bailarina es la manifestación de una diosa ancestral que celebra la eternidad del universo en una bella y precisa danza del fuego, cuyos gestos y danza se asemejan a los movimientos de una llama. La energía de la Diosa le da el carácter sublime a la gran madre, la representación de la creación y la protección hacia el tetraedro y al huevo de oro. El tetraedro es una cúpula protectora del huevo de oro, donde la diosa cósmica lo puede observar, lo protege, lo cuida y lo contiene con movimientos maternales. En la geometría sagrada el tetraedro se vincula con el fuego y la sabiduría, relacionándose en la obra con la diosa cósmica, donde la mueve una danza de fuego y la sabiduría que contiene en su ser creador. Mientras que el huevo de oro es un objeto tomado de la mitología de muchas culturas como símbolo del comienzo de la vida, de la creación del universo. La forma del huevo se relaciona además a la vésica de piscis (símbolo hecho con dos círculos del mismo radio) significando el hijo, un portal de luz, una representación de la matriz de la creación, objeto de amor y cuidado de la diosa cósmica porque sabe que en él está la vida.
En la escena final Daniela realiza un Alarippu que es una pieza de invocación, simbolizando la ofrenda y respeto a Dios como a la audiencia y simboliza el despertar. Luego aparece en escena vestida con una túnica blanca la bailarina Claudia Bell, a quien se le traspasa la mariposa dorada, simbolizando el renacer, la vida que se generará, la luz que abrirá el camino para continuar con el proceso de creación, la primera alma que podría llegar a la tierra.
El diseño integral de la obra se compone de dos espacios minimalistas, donde los objetos dan significado y dirigen la mirada a lo importante con acciones, sensaciones y emociones. El blanco se apodera de la escena tanto en el vestuario como en el piso, representa lo infinito y espiritual, un lugar atemporal que evoca armonía, calma y claridad, contrastando con el brillo de los cuerpos y objetos en colores metálicos, como el plateado para el cuerpo-tela y el dorado para el huevo de oro y la mariposa. Todos los elementos se manifiestan en escena con formas geométricas que permiten dar limpieza y definición.
El espacio se dispone en 360°, poniendo en valor la multiplicidad de enfoques que puede tener esta pieza coreográfica, una diversidad de interpretaciones. Así mismo, existe un tránsito entre el suceso del primer espacio y el segundo, que abre la experiencia y pretende en muestras presenciales interactuar con el público.
La puesta en escena es atrayente para la primera infancia por sus colores, sonidos y danzas lúdicas. Después de experienciar la obra, hay un conversatorio donde el público es invitado a preguntarse desde el arte y la ciencia, respecto a nuestra existencia y a la red de interacciones y vibraciones que produce nuestro estar en el universo. La obra es un montaje que expone sensorialmente los misterios de la creación e invita a los espectadores a conocerlos en la relación de cuerpo, espacio y energía con el microcosmos y el macrocosmos. Permite interrogarnos ¿De dónde venimos? ¿Tenemos una memoria latente y colectiva que nos aúna? ¿Contenemos en nuestro cuerpo una parte o la totalidad del universo?
Escrito por Pamela Lagos
Ficha artística
Dirección: Daniela Pizarro
Intérpretes: Claudia Alejandra Bell Rifo, Paloma Estrada Carrasco y Daniela Pizarro.
Diseño Integral: Mariana Ferreiro y Daniela Pizarro.
Sonido: Mariana Ferreiro.
Producción: Úrsula Arellano
Duración de la obra: 30 minutos + conversatorio.