“Morpho”, de Joel Inzunza y compañía, es una inflexión en su trabajo como coreógrafo de larga trayectoria, ya que más que buscar la coreografía minuciosa y detallada -esa que revela talento coreográfico y virtuosismo interpretativo- apuesta por el cuerpo como fuente de movimiento ancestral o natural, borroneando las técnicas y los lenguajes conocidos. El punto de partida es la identidad y el género, con un sustento investigativo que toca lo queer y, además, la posibilidad del tercer género.
En escena, Daniella Santibáñez, Ignacia Peralta, César Cisternas, Daniel Arce y Pable Morales interpretan a un ser humano primigenio, donde la identidad de género no es definitoria y menos definitiva. Vestido/as con un enterito negro alquitranado que cubre además el pelo, es imposible saber la identidad de quién está bajo esa gruesa capa de tela.
Con un trabajo corporal que indaga en todas las posibilidades que permite la combinación del solo al quinteto, los seres de negro se revuelven, surgen, danzan al unísono y otras evolucionan en diferente espacios y ritmos. La música, de José Tomás Molina, acompaña las evoluciones del movimiento como un loop imparable, que va creciendo y que crea una atmósfera emocional indescriptible.
Hay otros recursos -que no revelaré- que empujan a estos seres, que sugieren ser los primeros, los que estaban antes de todo, antes de separarnos en hombre y mujer -como escriben algunas mitologías-, antes de establecernos en sociedades reglamentadas.
De pronto los trajes negros se desgarran. Aparecen los cuerpos. Piernas, brazos, estómagos. Ellos y ellas llevan cubiertos los pechos; son iguales, son seres vivos, personas. O tal vez no son ni ellos ni ellas, sino identidades que cambian, que evolucionan, que no pueden ser marcada a fuego por nada ni por nadie. Todas iguales, todas igual de importantes.
Nuevamente los movimientos traspasan las formas conocidas, fluyen, con honestidad corporal (sin intenciones a priori ni cumpliendo reglas) y libertad energética. De los cuerpos entrenados surge el movimiento que es naturaleza y es origen. Hay músculos, hay tomadas, hay espacio, pero no hay formas que cumplir o hacer. Más bien se trata de deshacer o de rehacer, de escuchar la respiración, el hambre, el deseo, la vida.
Joel Inzunza es un coreógrafo virtuoso y en “Morpho” lo demuestra nuevamente: recuerda que danzar no es solo unir movimientos con intención o llegar a un punto desde otro; también es crear espacios, volúmenes energéticos y flujos.
“Morpho” es pura liminalidad. Es tránsito, transformación y cuerpo. Sobre todo cuerpo, que se expresa sin barreras y toca a la audiencia llegando a la emoción. La magia de la carne que late y que Inzunza y compañía sabe poner en el escenario.
Coordenadas
GAM
Hasta el 15 de mayo