“La señora Dalloway” teatral no hace justicia a la novela

El Teatro Finis Terrae acaba de estrenar una versión teatral, a cargo de la escritora María José Navia y con la asesoría de Marco Antonio de la Parra, de “La señora Dalloway”, infumable obra de Virginia Woolf que se sumó al estilo de James Joyce y remeció a sus lectores con las vivencias más íntimas de su protagonista.
En esta, su cuarta novela, la Woolf da rienda suelta a su pluma con recursos como la corriente de conciencia y el pie forzado de que todo lo que cuenta transcurre en un solo día, igual que “Ulises”, de Joyce. Se trata de una novela sobre el complejo mundo interior del ser humano, desde la sensibilidad y las experiencias de Clarissa Dalloway, mujer de mediana edad, casada con un hombre que no le interesa mucho y aun entusiasmada con otro, que viene llegando de la India.
El pasado va y viene gracias a flashbacks, mientras Clarissa prepara una fiesta. Es Londres de entreguerras, 1925 más precisamente, y todavía la sociedad inglesa está de luto por los muertos y tiene las heridas abiertas. De todas formas, es junio, y el olor a flores -las que tanto ama la protagonista- impregna los espacios. Los preparativos de Clarissa se cruzan con la historia de Septimus Warren, un joven veterano de guerra con secuelas psicológicas que termina suicidándose.
De lo anterior, mínima reseña de la novela, se desprende que por su estructura la adaptación al teatro es una tarea más que compleja. Y así se evidencia en la puesta dirigida por Constanza Brieba, indudablemente una producción delicada, con una cuidadosa estética de carácter pictórico, pero que no consigue escenificar los nudos argumentales del texto de Woolf.
La gran cantidad de texto no es suficiente para que el espectador aclare los personajes y sus situaciones, tampoco las frescas introducciones de la empleada a cargo de Natalia Aragonese. Algo falla y hace que se vuelva a veces indescifrable lo que sucede. He leído tres veces la novela en diversas etapas de mi vida, por lo que siempre será reconocible para mí, pero el día del estreno escuché a personas que no lograron dilucidar quién era quién y qué papel jugaba en la trama.
Tal vez la adaptación pedía más audacia a la hora de recortar o realizar nexos entre personajes, recordando que hablamos de teatro, un lenguaje totalmente distinto a la literatura.
Sorprende, además, la poca figuración de la protagonista interpretada por Bárbara Ruiz-Tagle. Ella abre la acción y luego desaparece, dejando temas inconclusos como su amor por Peter Walsh, la atracción por Sally, la relación con su hija, la represión sexual, la limitada libertad de expresión que posee y la dependencia económica de su marido, entre otros. La obra se titula “La señora Dalloway”, y en esta versión escénica ella se echa de menos.
Sin embargo, el interés queda en mano de los otros personajes femeninos, interpretados por Aragonese y Tahina Johnson, ambas muy bien en los diferentes roles, aportándoles diferentes energías y estados corporales, lo que no sucede con los masculinos. Estos están apagados y planos, sin matices, en especial Gabriel Díaz, que encarna a un estereotipado Septimus. La corporalidad de los actores (Álvaro Espinoza, Jorge Díaz Wilkinson y Gabriel Díaz) se instala en escena sin peso, como pidiendo permiso, a diferencia de lo que sucede con las actrices.
Sin duda, la puesta en escena es muy cuidada. El diseño integral (Valentina San Juan), delicado y pictórico, llena el escenario de telas semitransparentes que se mueven, donde se proyectan flores y hojas. El espacio sonoro (se escuchan cantos de aves) y la iluminación ayudan a crear el fresco de un melancólico parque londinense, con un toque de nostalgia permanente. La música original (Orlando Alfaro) completa la primorosa realización.
Lamentablemente, esta producción de lujo no consigue hacer despegar un texto que no resuelve teatralmente los ejes narrativos de la novela, y que, para peor, nos priva del encanto nostálgico y burgués de la señora Dalloway. Seguro que la osada Virginia Woollf habría aprobado mayor atrevimiento.

Coordenadas
Teatro Finis Terrae
Hasta el 26 de junio
jueves a sábado, 20:30 h, domingos 19 h
$12.000 general, $7.800 adulto mayor, $6.000 estudiantes