Teatro UC: “La muerte y la doncella” 2023 vuelve a remecer con vertiginosa puesta en escena

“La muerte y la doncella” es un título emblemático del escritor chileno Ariel Dorfman, que recoge el tema no resulto del cómo Chile enfrentó el tema de la reparación a las víctimas de la dictadura. Como asesor de temas comunicacionales y de prensa Dorfman debió estar en la Moneda el día del golpe de estado, el 11 de septiembre de 1973, pero cambió el turno con un compañero. Y se salvó. Eso marca a la obra, escrita en 1990 -junto con la vuelta de la democracia- y montada en muchos países, en Broadway, y llevada al cine por Roman Polansky. El Teatro UC presenta una nueva versión, dirigida por Rodrigo Bazaes (“Oleanna”), que consigue una actualidad que sorprende y que propone un viaje en clave cinematográfica que provoca vértigo y no da tregua a los espectadores.
Protagonizada por Valentina Muhr (“La cacería”), Julián Marras y Daniel Gallo (ambos últimos integrantes de Teatro Cinema), la acción se ubica en un escenario despojado y tridimensional, con el público situado en tres de los cuatro costados del escenario. La desnudez espacial permite que el texto y la corporalidad de los actores resuene magníficamente, actualizando la trama a códigos actuales.
No es fácil la trama. Una mujer, Paulina, que fue torturada y violada durante la dictadura cuando era una joven estudiante de medicina, recibe la democracia casada con Gerardo (Marras) un exitoso abogado que integrará la Comisión de Verdad y Reconciliación. Camino a la playa, Gerardo pincha una rueda y es ayudado por un diligente viajero, el doctor Roberto Miranda, que luego de acercarlo a su casa le lleva el auto. El dueño de casa lo invita a quedarse y es entonces donde se desata todo: Paulina reconoce su voz como la del hombre que la torturó y encuentra en su auto una evidencia para ella definitiva: un casete con “La muerte y la doncella”, de Schubert, que el victimario ponía de fondo en sus sesiones de violencia.
Ella decide juzgar a su presunto torturador, simplemente para conseguir una confesión. Para eso obliga a su marido a ayudarla. La confesión, grabada, dejará la duda entre el público.
Lo apasionante de la puesta de Bazaes es el vértigo con que fluyen las escenas, con un ritmo cinematográfico que la convierte en un thriller; y también lo aséptico de la propuesta, con actores descalzos, sin escenografía y sin explotar las emociones ni el dolor de la memoria.
A estas características se suma un dispositivo escénico con el público ubicado en tres de sus 4 lados, que obliga a que los actores realicen una verdadera coreografía en cada aparición.
Además, un efecto lumínico -que dejaré en el misterio- sencillo e inteligente, subraya, separa y matiza las escenas.
Lo anterior colabora con una lectura absolutamente actual de un texto que trata de lo sucedido en los albores de la democracia pos dictadura, cuando se buscaba una forma de contener a las víctimas y conocer a cabalidad los hechos de violencia ocurridos. Cada personaje representa un punto de vista: la víctima, que quiere venganza; el supuesto victimario, que alega inocencia; y la institucionalidad, que persigue una justicia dentro de las normas. Este trío apela a la moral, a la conciencia y, por qué no, a la ética de los espectadores.
Cada intérprete resuelve a la perfección la problemática de su personaje. Valentina Muhr recoge el nerviosismo, a veces al borde de la enajenación de Paulina, una mujer que se quedó detenida en el tiempo; Julián Marras le da a Gerardo características de corrección política y buena voluntad que no resultan suficiente; y Daniel Gallo construye a un hombre correcto, educado, que se mueve en un plano de ambigüedad compleja.
¿El resultado? Una puesta en escena vertiginosa, que destaca el texto y le da resonancias contemporáneas; con actuaciones calibradas, precisas y despojadas de excesos. Una de las mejores entregas del 2023.

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Teatro UC
Hasta el domingo 13 de enero