“Cabaret” de Darshan Teatro: una apuesta arriesgada que se gana el aplauso final

Gran éxito de público ha tenido la versión de Darshan Teatro para el musical “Cabaret”. Y detrás de ese impacto no hay solo entusiasmo por las canciones famosas o por el halo que rodea a la obra, sino que es la respuesta a una propuesta jugada, donde se combinan figuras de la escena nacional con dos sorpresas: Carmen Zabala (“Hijos del desierto”,  “Baby bandido”) en el rol de Sally Bowles, y Max Salgado (“Como la vida misma”) como Emcee, el enigmático presentador.
El tono de esta apuesta -exacerbado y rozando lo grotesco- se emparenta con versiones actuales de la pieza, como la del West End, en Londres, estrenada en 2021 con la dirección de Rebecca Frecknally, que extendió su temporada hasta septiembre de este año.
No está demás recordar que, si bien “Cabaret” se hizo popular gracias a la película homónima de 1972 -protagonizada por Liza Minnelli y Joel Gray- , esta es una adaptación de la obra estrenada en Boston, seis años antes, con libreto de Joe Masteroff, música de John Kander y letras de Fred Ebb. Por eso, cinta y versión teatral son diferentes en énfasis y situaciones.
Ramón Gutiérrez (“El violinista en el tejado”, “Alas, casi normales”), director de la puesta en escena nacional, convierte el escenario y las primeras filas de butacas del Teatro Municipal de las Condes en el cabaret Kit Kat, ubicado en el Berlín de 1929, justo cuando la sombra del nazismo empieza a profundizarse en Alemania. Por ahí circulan los personajes principales y el ensamble, desarrollándose incluso algunas escenas.
La orquesta, de nueve músicos, se instala en el fondo del espacio escénico, abajo de un balcón donde se proyectan visuales. Lo que no sucede en el cabaret -el tren, la pensión de Frau Schneider- se recrea en una escenografía montada sobre ruedas, que tramoyas de riguroso negro se encargan de movilizar.
El argumento muestra a un joven norteamericano aspirante a escritor, Cliff Bradshaw, quien viaja a Berlín con la esperanza de encontrar la inspiración para una novela. En el tren conoce al alemán Ernst Ludwing (Juan Carlos Maldonado), quien lo lleva a la pensión de Frau Schneider y al Kit Kat. Con el desarrollo de la acción, Ernst se convertirá en antagonista de Cliff cuando este toma conciencia de lo que significa el movimiento nazi.
Sally Bowles, una inglesa irreverente, es la estrella del local nocturno. Tan deshinibida como frágil, y hasta ingenua, se enamora rápidamente de Cliff. El romance terminará mal porque ella no tiene la visión de su enamorado y se niega a dejar Berlín.
Uno de los puntos altos de esta versión es el elenco y su desempeño, lo que habla de la agudeza del director en la selección y en la guía a cada integrante. Dos son las revelaciones: Max Salgado y Carmen Zabala,
Salgado tiene una lucida entrada como Emcee, cantando el reconocido tema “Willkommen”. Buena voz e intencionalidad corporal lo destacan, así como los matices irónicos y satíricos que da a su personaje. Tiene momentos relevantes a lo largo del musical y se hace cargo con soltura de un personaje difícil, que va guiando al público a través de la historia. Una sorpresa.
Lo mismo sucede con Carmen Zabala, quien había visto cantado en otras producciones pero que con Sally Bowles consigue el matiz exacto que la ubica en un espacio difícil de definir. Tan inocente como vivida, tan lista como ignorante, su interpretación del tema “Cabaret”, en los momentos finales, estremece. Se instala arriesgadamente en el escenario, canta, baila con el ensamble y usa diversos vestuarios con naturalidad. Su primera aparición, en el tema “No le digas a mamá”, sugiere lo que vendrá.
ellos se suma Francisco Dañobeitía en el rol de Bradshaw. El actor, que canta muy bien y es músico, estuvo en las anteriores producciones musicales de Darshan (“El violinista en el tejado” y “Casi normales”) y en “Cabaret” se releva su solidez. Además, logra transmitir la melancólica desesperación de su personaje, una especie de antihéroe capaz de visualizar el oscuro futuro que se cierne en Alemania.
Por supuesto, hay figuras probadas y de larga trayectoria. Marcella Millie y Gonzalo Muñoz-Lerner encarnan a Frau Schneider y a Herr Schultz, respectivamente, la pareja que revela la profundidad del conflicto entre judío y alemanes. Buenos actores, lúdicos y sensibles, se mueven de la ilusión del amor a la desesperanza. Ella es también una excelente cantante, lo que suma potencia a la producción.
El diseño es fundamental en esta propuesta. Ina Muñoz, responsable de vestuario, escenografía y multimedia, logra sumergir a los espectadores en la atmósfera de la época, con una mirada de autor. A eso se suma el maquillaje, de estilo circense-grotesco, y los peinados de Lilian Palacios.
Hay aspectos menos fuertes en la puesta, como las coreografías -algo simples y reiterativas.-, y la danza del ensemble: falta precisión en los movimientos de algunos integrantes, lo que se ve como ripio.

Otro detalle es que la explicación que hace Emcee al comienzo de la obra, sobre los acentos en el habla de los personajes, es olvidada rápidamente por el público. Entonces, cuando hablan en chileno muchos se preguntan el por qué, aunque el presentador dijo que significaría que están usando el alemán. La confusión aumenta porque los mismos personajes que hablan en chileno en algunas escenas, usan acento alemán en otras.
“Cabaret”, de la compañía Darschan Teatro, es una producción de alto nivel, con una propuesta jugada. Sorpresas actorales, elenco sólido y una estética contemporánea dan vida a un rítmico espectáculo, que entretiene y abre la posibilidad de que los asistentes profundicen en el tema. Ramón Gutiérrez y su grupo han ido aceitando los engranajes de sus obras musicales, mejorando en cada entrega, sin rendirse a los lineamientos fáciles. ¡Vamos al cabaret!