“Kuroshio, corriente negra”, una obra de danza contemporánea que marca la transición de la danza moderna hacia la contemporaneidad. Esta evolución se manifiesta en una rica diversidad de influencias estilísticas que caracterizan la obra. Destaca especialmente por su habilidad para evocar la naturaleza y las corrientes oceánicas.
Los movimientos fluidos y enérgicos de los bailarines capturan magistralmente la fuerza y la delicadeza de las corrientes marinas que inspiran el nombre de la obra. Cada secuencia de baile está meticulosamente diseñada para capturar la esencia del flujo y reflujo, así como la armonía y el caos inherentes a la naturaleza.
Claudia Vicuña (Chile) y Mathieu Guilhaumon (Francia) han logrado una simbiosis perfecta en la creación coreográfica de esta obra, trascendiendo fronteras y culturas. Su colaboración se refleja en una coreografía tanto técnica como emocionalmente compleja.
El Ballet Nacional Chileno demuestra una vez más su virtuosismo y versatilidad en esta producción. Los bailarines entregan interpretaciones apasionadas y técnicamente impecables, destacándose tanto en solos introspectivos como en dinámicas piezas grupales. La cohesión del elenco es palpable, cada miembro aporta energía y precisión que elevan la coreografía a nuevas alturas.
La música, compuesta por Graciela Muñoz, desempeña un papel esencial en “Kuroshio, corriente negra”. Con instrumentos de cuerda como el violín, chelo y piano, la partitura envuelve al espectador en una atmósfera que refleja la fluidez y dinamismo del océano. Esta música no solo acompaña los movimientos de los bailarines, sino que también intensifica la experiencia sensorial, transportando al público a las profundidades de las corrientes marinas.
La iluminación en la obra utiliza tonalidades verdes y azules para evocar el ambiente oceánico, variando en intensidad para reflejar las dinámicas de las corrientes marinas. Además, el juego con las sombras añade un elemento de misterio y dramatismo, enriqueciendo la experiencia visual y emocional.
El enfoque minimalista en el diseño de vestuario, creado por Carolina Vergara, complementa esta estética. Los trajes simples y elegantes reflejan la fluidez y los colores del océano de manera sutil, permitiendo que los movimientos de los bailarines se destaquen por su expresividad y pureza.
En conjunto, “Kuroshio, corriente negra” no solo entretiene y emociona, sino que también educa e inspira al espectador a través de su profunda conexión con la naturaleza. Deja una impresión contemplativa sobre los poderes naturales que regulan nuestro mundo: los momentos álgidos, las tormentas, la paz y los misterios que nos guarda la naturaleza.
Coordenadas
Última función, 29 de junio 19.30 horas