“Endless,Déjame Caer”: lo vulnerable como territorio compartido

Bajo la codirección de Mayo Rodríguez Baeza y Carla Romero, el colectivo rodriguez_romero presenta “Endless, Déjame Caer”, una obra de danza contemporánea que explora la vulnerabilidad no como debilidad, sino como una condición inherente a la existencia humana, que está siempre presente en nosotros; que no tiene fin… (Endless: sin fin, infinito). Estrenada el 29 de octubre de 2025 en La Nave de Estación Mapocho, esta pieza de 55 minutos de duración transforma el espacio en un laboratorio de intimidad donde siete intérpretes: César Avendaño, Alex Soprano, Constanza Morales, Mayo Rodríguez Baeza, Tomás Romo, Carla Romero y Gabriela Suazo tejen un mapa corporal de caídas, sostén y búsquedas compartidas, invitando a visibilizar y conectar con la vulnerabilidad desde las dimensiones emotiva, biográfica, corporal, textual y sonora.

El lenguaje corporal fluctúa entre la fluidez expresiva y la energía contenida, construyéndose mediante colapsos controlados y reiteraciones que ritualizan el acto de caer y levantarse. Las dinámicas cambiantes —desde la tensión extrema a la relajación repentina— se articulan a través de variaciones de velocidad: corridas repentinas, caminatas meditativas y suspensiones en el aire que acentúan la cualidad orgánica del movimiento. El uso del espacio es orgánico y simbólico: los bailarines avanzan desde la periferia hacia el centro en movimientos lentos y suaves, encontrándose y desencontrándose en una coreografía que evoca una marea humana, inicialmente en el sentido de las agujas del reloj y luego desafiando esta dirección.

La relación con lo sonoro es de sincronía sensible y presencia activa: Carolina Holpzapfel, desde su lugar en la mesa de música, no es una acompañante sino una intérprete completa que vive la música en carne propia —cantando, tocando y expresándose con igual intensidad que los bailarines—. Su composición musical en vivo dialoga en tiempo real con el diseño sonoro de Guillermo Eisner (técnica de Matías Espinoza), creando un tejido auditivo donde conviven silencios elocuentes, respiraciones amplificadas y relatos biográficos que emergen cuando los intérpretes toman el micrófono, estableciendo un puente directo entre la experiencia íntima y la colectividad.

El espacio escénico —una gran cúpula con ventanas por donde se cuela la luz natural— funciona como un reloj geológico y emocional. La iluminación, que parte de lo natural y transita hacia luces simples blancas, focos y LEDs en el suelo, va desapareciendo con el avance de la obra, marcando el paso del tiempo. El vestuario, lucido desde el inicio por los intérpretes en una paleta de colores tierra y verdes, refleja en su cotidianidad y texturas la organicidad de lo humano, contribuyendo a la estética sobria y terrenal de la puesta en escena.

La comunicación emocional transmite efectivamente vulnerabilidad, nostalgia, pertenencia y duda. La interacción entre los bailarines —y con la tecladista— evidencia un lenguaje colectivo pulcro y una escucha activa, donde la contención, los abrazos y los diálogos corporales construyen una poética del sostén. Su presencia escénica combina sensibilidad y fuerza, con una técnica interpretativa que privilegia la verdad del gesto.

En términos de originalidad, “Endless,Déjame Caer” destaca por su coherencia estética radical y su propuesta de puesta en escena circular e integradora. La participación de Carolina Holpzapfel como intérprete multidimensional, sumada a la progresiva desaparición de la luz natural, crea una experiencia sensorial inmersiva y simbólica. La obra no representa la vulnerabilidad, sino que la habita y la comparte.
La experiencia del espectador genera expectación, emoción, reflexión y empatía, culminando en un final poético y resonante: los intérpretes, tras danzar en contra de las agujas del reloj, se desplazan hacia las sillas y se sientan junto al público. Este gesto de disolver los límites entre escena y vida se amplía cuando, finalizada la función, se abre un espacio para compartir reflexiones e impresiones con el público, transformando la experiencia artística en un verdadero diálogo comunitario. “Endless, Déjame Caer” consolida así su aporte artístico como una obra necesaria que reformula la danza como un espacio de cuidado y resistencia, recordándonos que, en un mundo que celebra la firmeza, hay una belleza profunda y transformadora en dejarse caer, sabiendo que habrá manos y cuerpos esperando para contener la caída.

Fotos de Elisa Torres Olave