“H.P. (Hans Pozo)”: a 18 años de su estreno, el impacto es el mismo

El remontaje de “H.P (Hans Pozo)”, del Teatro la Nacional, ha sido un fenómeno a 18 años de su estreno tanto en enero como ahora en GAM. ¿Las razones? es una obra de teatro que critica a toda la sociedad, y a nosotros por supuesto, de la suerte que tuvo el malogrado protagonista. El texto de Luis Barrales y la dirección de Isidora Stevenson atrapan al espectador con la misma fuerza de 2007.

Un año antes, Chile era remecido por el descuartizamiento de un joven drogadicto y taxi-boy a manos de un cliente. Fue tanto el ensañamiento, que rápidamente el crimen se convirtió en un símbolo social. ¿Qué hemos hecho?¿Cómo llegamos a esto?

La obra se inscribe en el teatro brechtiano, que delega en un coro de voces la posibilidad que el público se acerque a la realidad de Has Pozo o H.P. Las iniciales son la manera en que se nombra comunicacionalmente a los menores que delinquen, y también denota a la marca H.P., empresa de tecnología que ofrece productos con su sigla. O sea, hay miles de H.P. dando vueltas.
De manera fragmentaria, en un espacio despojado, la obra va develando diversos aspectos de las circunstancias y el contexto que llevó a Hans a ser quién fue. Iluminación y espacio sonoro colaboran con la crudeza de la propuesta.

Los personajes hablan al público, que bien puede ser la policía o un grupo de periodistas. Su mamá (María José Bello) relata por qué lo regaló siendo pequeño: era rubio, ajeno al color de sus hermanos y representaba la Otredad. Linda (Evelyn Ortiz), su polola, habla de lo bien que lo pasaban, de la hija que tuvieron y de cómo las drogas y la prostitución los alejó. La hija de Hans y una hermana (Fernanda Ramírez) aportan una mirada ingenua.

La presencia más fuerte es de Jorge Martínez (Rodrigo Soto), el asesino, quien en un monólogo tan atrapante como repulsivo habla del descuartizamiento, haciéndose cargo de la tesis de que otros lo ayudaron. Por eso habita el plural. Es un texto desgarrador, donde Rodrigo Soto muestra toda su animalidad actoral. Su texto es cuerpo, y este es palabra.

H.P, está protagonizado por Max Salgado en esta temporada (Sebastián Ibacache lo interpretó antes). El joven más que una persona es un cuerpo instalado en el escenario, un cuerpo que se desarma, que es usado, que es transado en el mercado. Un cuerpo que pareciera no tener humanidad. Salgado aborda con más fragilidad que ferocidad a su Hans, incluso en los momentos en que se refiere a su caída libre a la soledad.

El texto muchas veces rima, lo que tiene que con la poesía popular, y también cono la sonoridad particular del habla del margen. No habla desde los protagonistas, sino que más bien es una mirada desde los creadores y desde el mundo capitalista que habitamos todos.

Imposible no sentirse tocado por la dramaturgia, por la interpretación del elenco, por la realidad que muestra (donde todos estamos implicados). Pozo murió cruelmente en manos de alguien que representa el sistema, que trata de ser funcional pero en realidad no puede. Prefiere el asesinato al evidenciar quién es realmente.

“H.P” descubre nuestra identidad de país Latinoamericano con sueños de grandeza, donde nada funciona como se debe y la humanidad se pierde en la búsqueda de la riqueza. El Otro es una amenaza. Y, finalmente, no importa.

fotos Javiera Vio Valenzuela