“Marea”: la inmersión de pequeños-grandes cuerpos

Puedes bailar es un programa del Teatro del Lago de Frutillar que convoca a adolescentes y jóvenes, de entre 13 a 21 años, para realizar un viaje en técnica de danza contemporánea – porque no decirlo- a un nivel profesional. Como parte de la celebración del día de la danza, el 29 de abril pasado se repuso “Marea”, resultado de un trabajo que indaga sobre cómo los cuerpos representan, sienten y se mueven en torno al agua, sus manifestaciones, recuerdos e imágenes. La pieza llegó a Santiago gracias a una corta gira que la instaló el 23 de junio en Fundación Centro Cultural lo Prado,  y el 25 en el Centro Cultural San Joaquín, con el apoyo de Fundación Mustakis

Lamentamos la baja afluencia de público que podría haber presenciado este espectáculo, digno de ser apreciado por vecinos y amantes de la danza. Sentimos que es importante hacernos cargo de la difusión para que las nuevas generaciones sientan el apoyo del público en su quehacer artístico.

El montaje se inicia con un documental del making off y proceso creativo junto al coreógrafo Eduardo Zúñiga (ex integrante del BANCH), ahora radicado en España. Por zoom y a distancia el bailarín va plasmando su imagenología y los integrantes de Puedes Bailar aportan sus inquietudes respecto al tema. Es así como se genera un trabajo colaborativo-colectivo entre los adolescentes y jóvenes, el coreógrafo y Rita Rossi, Directora Artística del Programa.

Textos en off de una de las integrantes dan inicio al espectáculo. Ella baila suavemente, uniendo el final del docu con el primer cuadro. La poesía de las palabras la lleva por un sutil desahogo de cómo le resuena el agua, cómo la remece, cómo la hace danzar. El ingreso del resto del grupo, desde el fondo del escenario, la acompaña en la danza con real sintonía y emociones, sentimientos que también entrega Chopin (Nocturnas op9: n°2).

Así iniciamos un viaje maravilloso por los misterios del agua y sus formas, representado este elemento por movimientos ondulantes, una tela de plástico suspendida desde el techo que asemeja el agua del lago congelada y la espuma del mar que se recoge.

La prolijidad del trabajo deja ver la disciplina de estos chicos que nada pueden enviarle a un cuerpo profesional de bailarines, pues si dejamos sus edades de lado, podemos ver en sus movimientos perfectos, sin errores, a distintos cuerpos moverse es sus realidades.

Coreografías grupales, solos, duplas, canon y movimientos escenográficos son parte de este hermoso resultado, donde podemos identificar tres cuadros: el primero que representa el agua, en movimientos suaves coreografiados grupalmente donde los cuerpos se muestran frágiles y conectados entre sí. El segundo la marea fuerte, enérgica en sus olas y remolinos; el grupo aquí utiliza movimientos en estacato, donde cada cuerpo es vital en su potencia. El tercero y final nos aterriza de golpe a la realidad con un momento de reflexión y observación entre cada niño; nos invita a formar parte de este trabajo-conciencia y de las problemáticas medioambientales que los aquejan, mostrándonos una sorpresa que estuvo presente durante toda la obra grabada en las espaldas de cada integrante: su animal marino.

Es casi imposible no emocionarse y dejarse llevar por tan perfecto montaje que nos presenta temas como la contaminación, los seres del mar, las formas del agua que nos resuenan en la toma de conciencia del cuidado de este vital elemento, más aún en cuerpos aparentemente pequeños y grandes, a la vez, en el escenario.