Fernando Montanares, director de Escena Movida:”Es un gran desafío el promover una plataforma donde el público desee participar”

Bajo el sol de Arica, las artes escénicas florecen. Y es un joven actor y gestor, oriundo de la zona, quien se ha propuesto que la comunidad ariqueña participe de las artes escénicas como audiencia y como creadora. Fernando Montanares (33), uno de fundadores del centro cultural MB2, enclavado muy cerca del mar, sabe de hacer realidad sus sueños. Uno de ellos es el festival Escena Movida, encuentro de teatro ariqueño y públicos locales que partió el 5 de noviembre y hasta el domingo próximo ofrece una nutrida programación que contempla danza local e iberoamericana, talleres y conversatorios
“La primera versión nace en 2018 a partir de una serie de experiencias que tuve participando con Escénica Norte, agrupación que consideraba gente de Arica, Iquique, Antofagasta, La Serena, Copiapó. Desierto escénico se llamaba el encuentro de teatro allá. Escena Movida surge con la idea de hacer dos cosas: por un lado otorgar una vitrina para que los artistas locales mostrarán sus obras a los programadores; y ser un espacio de conversación mediado por el público para poder bajar los contenidos de las obras y también para generar un espacio de reflexión estética, de pensamiento crítico o de conversación que nutra el contenido más allá de lo espectado, sino que también co-creando el conocimiento a propósito de lo que está puesto en escena. Ha cambiado bastante. En 2019 la curatoría tuvo que ver con pueblos originarios y género, y luego, en pandemia, nos volvimos un encuentro de teatro familiar y público local”.
-¿Virtual?
-Virtual en 2020 y presencial en 2021. A fines de 2019 la programación de MB2 empezó a moverse hacia el público familiar muy fuertemente. Ahora, en nuestro quinto año, la línea del festival es danza, estéticas contemporáneas y público local, lo que tiene que ver con que hay una producción local dancística en Arica, que además es la ciudad de la danza. Diez mil bailarines en febrero están en la calle, en el festival Con la fuerza del sol, hay comparsas de grupos folclóricos todo el año y una producción de danza contemporánea que, me atrevería a decir, viéndolo en las mismas temporadas del centro MB2, que si bien tiene un público de nicho, no tienen una expansión tan grande. Pienso que poner esas obras en una vitrina, que las junte con propuestas internacionales, puede hacer que el público local desarrolle un interés particular por entender cuáles son las estéticas que están surgiendo en el territorio y cómo estás se vinculan con la identidad cultural. Y, a propósito de eso, con la discursividad que los mismos artistas de Arica pueden estar imaginando o generando.
La versión 2022 tiene invitados e invitadas internacionales. ¿Cuál es la reflexión detrás?
-Este año tenemos invitados e invitadas de Iberoamérica gracias al financiamiento de Iberescena, lo que permite que mezclemos la posibilidad de escuchar a alguien que viene de un lugar distinto – que te causa extrañeza y ganas de verlo, también- con tu mismo par local, que tiene una discursividad potente y que de pronto contrasta, pero también tiene puntos muy similares en su trabajo. Todos tenemos quejas similares sobre el sistema, todos tenemos alegrías similares, entonces, siento que, de alguna manera, al reunir a gente distinta, de distintas partes, nos permite por un lado reflejarnos y, por otra, nos hacer decir, mira, podría implementar esto en lo que hago o voy a poder transformar mi propia práctica o mi propia creación o mi propio punto de vista, etc.
-¿Cuáles han sido las principales dificultades que has tenido que sortear para poder hacer Escena Movida?
-El financiamiento es siempre una dificultad. Escena Movida es un festival de una agrupación social y cultural, como es MB2, que es una agrupación privada sin fines de lucro y tiene que concursar constantemente. Esa es la realidad chilena y la vive la mayoría de los festivales que no están en la malla presupuestaria del estado. La otra dificultad es encontrar un espacio dentro de la misma comunidad local, en este caso, de la danza contemporánea. Soy un fan de ella, pero también entiendo que es de difícil acceso para el mundo común y corriente, no es como el ballet que uno lo pone en cualquier en cualquier parte, la gente se para a mirar porque hay un gusto estético, quizás, más popular o de acceso más directo. En general la danza contemporánea tiende a ser más criptica. Como proviene de procesos deconstructivos es de difícil acceso, y también hay una brecha del capital cultural del público como para poder acceder. Las audiencias creen que será aburrida o preguntan de qué se trata. En cambio, todo conocen “Cascanueces”.
-¿Cómo caracterizas la cultura local en ese sentido?
-Arica tiene una gran brecha con la danza contemporánea y las estéticas contemporáneas, porque la cultura local tiene tres componentes fundamentales: somos una ciudad frontera, que tiene una gran cantidad de población que proviene de pueblos originarios y afrodescendientes, y que también tiene un sincretismo cultural muy potente desde lo religioso. También tiene características militares porque estamos en la frontera, y eso significa que tenemos también una fuerte presencia de fuerzas armadas. El tercer elemento es que como sociedad local, por el desarrollo que ha tenido la cultura de Arica, que ha sido siempre una región mercantil, de servicios, no ha habido una tradición de expectación en las artes escénicas porque tampoco ha habido una oferta estable. Entonces, hoy día, en el mundo contemporáneo que tenemos, que llegó el mall a la ciudad, que tiene multi salas de cine, happyland, y otros entretenimientos cosmopolitas, las artes escénicas también son una situación anticuada, por decirlo de algún modo. Es difícil ser competitivo frente a las tecnologías como Netflix. Es un gran desafío de Escena Movida el promover una plataforma donde el público desee participar, desee ver lo que le parezca interesante y que finalmente participe ya sea en los talleres, en las muestras, en las conversaciones, etc.

-¿Cuáles son las dificultades?
-La económica, la cultural y las condicionantes, digamos, históricas. Nosotros no tenemos historia de exhibición, como en Antofagasta, que hay historia del teatro salitrero. Lo que ha tenido Arica como historia es la cultura bohemia, las boites. Esto desapareció en algún momento, pero no se transformó en teatro o en danza, solo desapareció. Un dato importante es que el Teatro Municipal de Arica no tiene una cartelera estable, por ejemplo. Nosotros llenamos la cartelera municipal presentándonos ahí, pero ellos no tienen una línea curatorial que permita decir que todos los sábados vemos una obra de teatro o todos los viernes danza contemporánea. Eso no existe. No ha existido, me atrevería decir nunca, entonces, la cultura local participa más en ferias, en comparsas, hay todo un componente comunitario muy potente. Quizás ir a espectar obras es muy extraño, es muy distinto y yo me atrevería decir que no es tan popular cómo en lugares o ciudades donde el sistema está más establecido.
-¿Cómo realizaste la curatoría de este festival 2022?
– La curatoría de este festival tiene tres líneas muy distintas; una es la línea de escuelas de danza locales, que consiste en que es pueden participar todas las que tengan una propuesta que se enmarque dentro de una estética cercana a la danza contemporánea y que busca la inclusión del público de la danza ariqueño. La segunda línea se enfoca en las compañías de danza profesionales ariqueñas, que tiene que ver con la producción de los últimos dos, tres o cuatro años, que esté vigente, y que pueda presentarse también tiene que ver con la producción de los últimos dos o tres o cuatro años que esté vigente y que pueda presentarse. Ahí está la compañía Jallalla, Isimedia, Círculo ancestral, Danza viva y Colectiva fantasma. Quizás un elemento muy transversal dentro de la línea curatorial es el tratar de ser muy inclusivo, que todas las compañías estén dentro de la misma vitrina y que tengan la posibilidad de tener un espacio con técnica y con difusión, para vincularse con la comunidad. La tercera línea curatorial lo forman las obras iberoamericanas, financiadas por Iberescena. Estas obras tienen la particularidad de pertenecer a la danza contemporánea o a una estética contemporánea relacionada con la performatividad, y dialogan con la realidad cultural del medio en el cual fue creada. La obra de Perú tiene que ver con la bruja andina, la obra de México es existencial y tiene que ver con el propio relato del artista que vive en ciudad de México. Así sucede con todas.
¿Cómo realizaste la curatoría iberoamericana?
-Por redes. Yo me considero un artista investigador, eso es lo que podría decir primero. Me encanta viajar, ver y conocer gente, y a propósito de eso empezar a hacer enlaces. Cada vez que estoy en algún lugar, pienso y digo, cómo pongo esta obra con esta otra obra, como hago para que esto funcione en un ciclo. La mayoría de las obras las vi virtualmente, presencialmente he visto solamente algunas, y a los artistas los conocí por medio de otros artistas que los recomendaron. Finalmente, generar este ciclo, este programa, se trató más bien entender el material con el que contaba y que tenía la posibilidad de traer, y cómo hacer que eso dialogara con las obras qué también había en Arica. Hay un día en que solamente hay obras de Arica, después hay un día que tiene que ver con mujeres, una obra argentina con una obra peruana, más una obra de Santiago, y así. Lo que ha pasado, finalmente, es tratar de conectar diversos puntos qué hagan aparecer estéticas diferentes en una sola vitrina y que eso de alguna manera muestre un crisol de posibilidades de la danza contemporánea y del mundo escénico; porque hay propuestas dónde hay textos, que puede ser más teatro que danza o más ritual que danza, en fin. Creo que esa posibilidad es muy interesante.
-¿Cuál es el público de este festival?
– Estamos trabajando hacia dos niveles. Estamos tratando que los estudiantes que están en una formación de danza contemporánea en el Liceo Artístico asistan y participen, y también tenemos una comunidad movida, como le llamamos en MB2, que son personas que están participando en muchos talleres de danza y teatro en el último año, son jóvenes adultos y adultos de mediana edad que tienen un interés particular por el movimiento y la danza, sin la necesidad de estar en una escuela formal, más bien están interesados en explorar con su sensibilidad y su cuerpo alguna estética distinta. Esta comunidad que ha pasado en MB2 es un focus importante de lo que estamos haciendo. Nuestro público es bastante joven, digamos, entre los 15 y los 35 años, quizás los 40, personas que disfrutan de alguna actividad física. Como gestor de este encuentro, lo que busco es tratar de avivar el deseo de los jóvenes por utilizar tanto la discursividad cómo la herramienta de la corporalidad para generar propuestas nuevas que dialoguen con sus propios intereses, con su realidad social, cultural. Siento que esa es la llamita qué escena movida está prendiendo dentro de este año muy en particular, que es distinto a los años anteriores.
-Este año hay programadores ¿siempre ha habido?
-Siempre. El único año que no hubo fue el año pasado, porque el festival no tuvo ningún fondo. Siempre hemos tenido la posibilidad de hacer que obras locales vayan a otros festivales; el primer año, tres o cuatro obras salieron; el segundo año dos obras, en el mundo virtual hicimos un contacto con FAMFEST. Esto lo aprendí de Felipe Díaz Olave, gestor cultural iquiqueño, quien dice que hay que ser “plataforma del otro”. Si yo tengo una sala y capacidad de gestión, cómo hago que eso ayude a que las creaciones que están acá y que me encantan, también puedan brillar o tengan la posibilidad de conectarse con más creaciones. Así como yo personalmente viajo y me conecto con mucha gente y las conecto con mi ciudad, cómo hago que las creaciones y artistas de mi ciudad se conecten para que puedan ir a otros lugares y podamos hacer el mundo más pequeño y más conectado a través del arte.
-Cuéntame de MB2, porque MB2 es el corazón del festival.
-Sí. La agrupación cultural MB2 es una organización que nace en el año 2011, cuando éramos todos jóvenes estudiantes y queríamos hacer teatro porque era lo mejor del mundo y queríamos cambiar el mundo a través de él. Hicimos muchas obras familiares, siempre ligadas al mundo del movimiento porque además todos fuimos compañeros de la escuela de ballet. En algún momento éramos seis personas. Con el tiempo el grupo fue cambiando, de los miembros originales quedamos dos. MB2 es un juego de palabras para decir movidos, a través del movimiento nos entendemos, usamos el lenguaje del gesto, más danza teatro. Fuimos creciendo a través de una infraestructura cultural que es el centro MB2, que nace en el año 2015. Con este espacio empezamos a generar procesos formativos más a largo plazo, a instalar un espacio que permitiera el desarrollo de una práctica. Creo que lo que MB2 ha instalado en Arica es un cambio del concepto de escuela, que es un concepto que está hace mucho tiempo y que se mantiene vigente hoy día, pero lo ha cambiado hacia un concepto de práctica. Lo que nosotros ofrecemos como MB2, en la actualidad -y desde el inicio, me atrevería decir- son prácticas escénicas que sean libres, de acceso horizontal generalmente gratuito, pero que, además, sean alimentadas por el deseo de participación de las personas. Hay formación, por supuesto, pero no es una escuela necesariamente, es un lugar en práctica. Estamos dedicados principalmente a un público adulto juvenil, pero tenemos un potente trabajo también con niños de siete a 11 años, que tiene que ver con talleres libres de artes escénicas. Entonces son dos líneas distintas, pero creo que todo el tiempo dialogan, porque los niños que pasan los 11 años ahora están en los talleres de telas aéreas o de pronto en talleres de danza contemporánea. Entonces, vamos generando un gusto por las artes escénicas de un modo global, porque el eje transversal es el cuerpo y el movimiento.