“Testimonio sobre las muertes de Sabina”, la primera obra teatral de Juan Radrigán, da inicio a la celebración de los 50 años del Teatro Imagen, medio siglo de creación y promoción de la dramaturgia chilena liderados por Gustavo Meza, Premio Nacional de Artes de la Representación 2007. Ana González y Arnaldo Berríos integraron el elenco que Meza dirigió en 1979, y que en 2023 conforman Elsa Poblete y Gonzalo Robles.
En el texto se reconocen los temas que cruzan el corpus de la dramaturgia de Radrigán: la marginación social, la soledad, la pobreza, la falta de oportunidades y un sistema que genera desigualdades abismantes. A eso se suma el miedo instaurado por la dictadura. Destaca, además, una cruda mirada al lugar que ocupa la mujer en ese mundo. Vulnerable entre los vulnerables, debe cargar con la opresión machista y los deberes del rol de esposa.
Los protagonistas son Sabina (Elsa Poblete) y Rafael (Gonzalo Robles), una pareja de feriantes a quienes la vida ha tratado mal. Viven en un rancho, sin comodidades de ningún tipo, soñando con la venta de temporada que los hará surgir.
Poco a poco el diálogo entre ambos, que da siempre vueltas en los mismos tópicos (el pasado, cuando eran jóvenes y aun tenían ilusiones; los hijos, el devenir de su relación) revela que ella está profundamente frustrada con su matrimonio y con la vida que llevan. En dos momentos, Sabina emociona con textos de enorme sensibilidad: cuando cuenta un sueño donde su ser joven la visita, y llora de solo ver su realidad; y cuando relata que solo quería cosas simples, una casa, con living, cocina y …un televisor. Imposible que sus palabras no remezcan.
El quejoso diálogo cotidiano entre Sabina y Rafael se ve interrumpida por la notificación de un extraño parte, que amenaza con dejarlos si su puesto en la feria. Entonces se instala la sombra de la opresión y el poder totalitario en la humilde casa: nadie sabe el porqué de la sanción, nadie puede explicarles algo, nadie puede -ni quiere ayudarlos-.
Hay desesperación, duda, desamparo. Una oscuridad que se cierne sobre la pareja que los inmoviliza y le niega toda posibilidad de futuro.
“Tamos muertos, nos mataron”, dice Sabina desde el vacío y la orfandad. “Si no nos respetan, si no nos escuchan, no podemos vivir”, recita.
Esta primera obra de Juan Radrigán plantea las problemáticas que profundizará hasta sus últimas obras, dotando a sus personajes de una vulnerabilidad que conmueve y a la vez enternece. Sabina y Rafael esperaban poco de la vida, pero han recibido mucho menos. No forman parte de la sociedad, no son ciudadanos con derechos, son absolutamente ignorados por los poderosos.
La versión 2023 de “Testimonio sobre las muertes de Sabina” es un homenaje a la apuesta que Gustavo Meza realizó 1979, al jugarse por un nuevo dramaturgo. No hay un nuevo planteamiento, sino una recreación del montaje original con cambios sutiles en vestuario y escenografía, según puede apreciarse en las fotos de época.
No hay simbolismos, sino una marginalidad dura y concreta. Elsa Poblete dota a Sabina de una enorme fragilidad, que asoma en medio de lo precario de su día a día. La destacada actriz recorre un amplio registro en su interpretación, pasando de lo prosaico al lamento existencial y de este al miedo. Gonzalo Robles es un buen partner como Rafael, pero no explora las profundidades que bucea Poblete en su personaje.
Más allá de la puesta, lo importante es el homenaje a Gustavo Meza y el medio siglo de su Teatro Imagen. Su visión y su aporte a la promoción de la dramaturgia nacional merecen un aplauso cerrado. De pie.
fotos Juan Cristóbal Meza