“Contracciones”: buenas actuaciones pero una propuesta dispareja

La versión 2024 de “Contracciones”, dirigida por Nathalia Aragonese y Rodrigo Susarte, cierra su temporada en el Teatro Zoco el 12 de mayo. Escrita por Mike Bartlett en 2006, se estrenó en Chile en 2011 dirigida por Constanza Brieba, y en su propuesta actual adquiere un tono futurista que refuerza el tono de negra distopia laboral.
En escena vemos a una gerenta -sin nombre en el texto- que enfrenta a Emma, una trabajadora de la empresa por su supuesta relación amorosa con un compañero de trabajo. A través de diferentes encuentros, se va revelando el avance de la relación y la necesidad de la empresa de meterse en el detalle de la vida privada de sus colaboradores, con la excusa de mantener la economía empresarial.
Emma colabora con la gerenta -lo que en un Chile como hoy sería imposible de imaginar gracias a las leyes que protegen a los trabajadores- hasta límites inimaginados, atentando contra su salud mental y física.
Las actuaciones de Nathalia Aragonese, como Emma; y de Daniela Lhorente como la gerenta; son impecables. En especial Nathalia, que evidencia el desmoronamiento de su personaje a través de un trabajo físico que por momentos recuerda al butoh. Daniela es fría impersonal, casi robótica. Lo que ayuda a reforzar la relación con su subordinada.
La acción sucede en un interesante dispositivo, diseñado por Sebastián Escalona, que semeja un gran ventanal donde el público asiste, en clave voyerista, a cada round entre gerenta/trabajadora. Cerca del final, ese dispositivo da paso a un sinfín naranja que crea un espacio alucinante.
Andrés Poirot realiza una iluminación cuidada y precisa, que crea atmósferas veces con sensación de irrealidad y otras con ánimo futurista. La música, de Fernando Milagros, también apoya el desarrollo de la pieza.
Lo que altera la fluidez son las visuales, que resultan reiterativas con la acción y no abren nuevos espacios sino que más bien ilustran. Este detalle distrae del resto de la puesta ya que se vuelve redundante y obvio.
También se vuelve monótona la caminata de lado a lado del escenario de la gerenta, arrastrando los “futuristas” elementos que la acompañan (una especie de atril y una extraña silla).
En esta versión de “Contracciones” hay muchos recursos en juego y buenas actuaciones, pero queda la sensación de que hay elementos que podrían no haber estado y que impiden sumergirse de lleno en la trama. Trabajar en co-dirección es un desafío muy grande y lleno de dificultades, que solo en contadas ocasiones entrega propuestas escénicas redondas.

fotos Maglio Pérez