“Prima Facie”: Camila Hirane sostiene un crudo monólogo con solidez y despojo

Camila Hirane sube al escenario del Teatro de la Universidad Católica para representar a Teresa González, una exitosa abogada que cuenta una dramática historia en “Prima Facie”, montaje dirigido por el destacado director trasandino Daniel Veronese (Premio Max Iberoamericano 2013) con la coproducción de Teatro UC y The Cow Company.
La mirada de Veronese al texto de la dramaturga australiana Suzie Miller, en código de unipersonal, cuenta la vida de una exitosa profesional de las leyes que trabaja en un buffet de abogados, de origen humilde, que debe hacerse camino en un rubro lleno de machismo y competencia. El montaje se inicia con la actriz vestida con un traje de dos piezas, sentada en un sofá con algunos cojines, una mesa con vasos de agua y una silla.
La protagonista rompe la cuarta pared, narra a los asistentes cómo transcurren los hechos con mucho detalle y, poco a poco, nos dejamos atrapar con el texto. Una forma de contar familiar, fácil de seguir, con un relato lineal como cuando hablamos con un amigo(a) sobre alguna situación. Es aquí donde Hirane utiliza todo su talento para cautivarnos; logra atraparnos, emocionarnos y exaltarnos, con su voz, enérgica a veces, y dulce otras, diciendo la historia -escrita de manera muy fluida- de manera entretenida e inteligente. Empatizamos con lo que a Teresa le sucedió.

La lucha de valores personales y sociales una vez más se hace presente en un texto contemporáneo, donde el personaje protagónico se enfrenta al sistema judicial como defensora, cuestionando la forma de la ley en cuanto a verdades reales o legales y además como víctima, ubicándose ahora en el otro lado de la moneda. Dejando ver, así, a la persona detrás del profesional que pide que aquel sistema que la formó, ahora la proteja en la situación de abuso sexual vivida. En este último momento es cuando se produce la catarsis, con el resultado abrumador de la resolución que hace empatizar al público en el dolor, la decepción y la impotencia que vive Teresa. Hirane sostiene este rol social y humano.

La puesta en escena es simple, suave, de colores neutros, con una perspectiva hacia la pared trasera demarcada en el piso, que da profundidad. Sobresale un gran cortinaje en el fondo, único elemento que se mueve durante el montaje para dejar entrar luz y señalar un cambio en la temporalidad, con azules y verdes que combinan perfectamente con el vestuario de la protagonista. Nada suena, todo está siempre en silencio, solo la voy de la actriz se escucha en la función. Esto hace resaltar el texto que lo deja al servicio del espectador, por tanto, controla el desborde emotivo -diferencia notable con otras versiones internacionales-, una opción que logra esa cercanía con el oyente que Daniel, su director busca.

Con estrenos mundiales como Brasil, Alemania, Argentina, España y ahora en China, es una obra que por su temática trasciende tiempo y lugares, usándose incluso para lecciones de abogados Australia.
Un montaje que todos deberían ver.

fotos César Cortés