“Aquí me bajo yo”: comedia dramática que golpea fuerte

La vejez, y lo que significa afrontarla sin tabúes, está en el centro del drama en “Aquí me bajo yo”. El montaje, escrito y dirigido por Elena Muñoz – integrante del Teatro Aparte- revisa la realidad de un adulto mayor que reclama su autonomía para vivir, y morir, ante el estupor de su nieta y su hijo. El abuelo no quiere llegar a la decadencia física total, mientras que los que lo aman solo desean que siga en pie.
Ese conflicto, tan vigente en nuestro Chile cada año con más población mayor, es recogido por la autora de manera directa y en tono de comedia dramática. Los personajes dicen verdades que no son amables ni dulces, sino crudas y ásperas.
El protagonista es un hombre mayor interpretado por Jaime Vadell. Cansado de la decrepitud, que cada día percibe con más fuerza, intenta suicidarse. Pero su nieta lo rescata. Su postura, clara, ácida y lúcida, plantea la autodeterminación vital como un derecho humano.
A esa problemática se suma las tensiones familiares. La llegada de su hijo Julián (Rodrigo Bastidas), que siempre se sintió postergado por su hermano mayor, que murió joven, abre heridas antiguas y pone en la discusión las diferencias generacionales en la crianza. “Hice lo mejor que pude”, dice el personaje de Vadell, recordando la relación con su padre marcada por los golpes.
Si bien las problemáticas son profundas y transversales, el texto de Elena Muñoz no se empantana en discursos sentimentales o filosóficos. La palabra es simple, directa, y los diálogos entre los personajes son cotidianos con subtextos que escarban en las profundidades del tema.
Hay tensión eso sí, porque para los más jóvenes es difícil de entender lo que angustia al abuelo.
El humor abunda, en especial de parte del anciano, que muestra un tono negro que por momentos se vuelve irónico. Esa ligereza se transforma en reflexión cuando habla de su deseo de no vivir más, de evitar la máxima decrepitud. Dice textos conmovedores que reflejan su rechazo a lo que se viene en el futuro: la dependencia total de otros para acciones tan comunes como bañarse.
Si bien el público se ríe con las salidas del protagonista, el silencio invade la sala cuando confidencia su deseo de morir.
El trío protagónico está profundamente comprometido con los personajes. Rodrigo Bastidas es Julián, ese hijo que tiene cuentas afectivas pendientes con su padre, pero que lo comprende profundamente. Su tono repasa los matices del dolor fraternal y su corporalidad es densa, en un permanente enfrentamiento con su progenitor. Pero el amor se trasluce en sus interacciones.
Milena Bastidas encarna a Amanda, la nieta. Una mujer de 35 años que creció sin padre, muy apegada a su abuelo. Está convertida en su enfermera, preocupada de tomar sus signos vitales y darle los remedios. Intenta conciliar entre este tío que llega de lejos y su tata. Ella sabe que ambos hombres se aman, digan lo que digan.
La actriz entrega momentos muy emotivos con su actuación, que fluye sin estridencias, a través de cómo dice sus textos y de sutiles gestos. Hay que destacar que las melodías de Bach que se escuchan en escena fueron grabadas por ella.
Jaime Vadell crea a un viejo tan entrañable como jodido, tan vulnerable como rudo. Es un gran hito que el actor, de casi noventa años, se vuelque en escena con tanta verdad como en esta obra.
Este momento familiar transcurre en un espacio realista, que recrea el living comedor de una casa antigua, diseñado -al igual que la iluminación- por Patricio Pérez. Por momentos, algunos pasajes de música compuesta por la chelista Ángela Acuña entran en la escena.
“Aquí me bajo yo” equilibra muy bien la comedia y el drama, mostrando a seres humanos contradictorios y reconocibles,
El que Rodrigo y Milena Bastidas sean padre e hija, y que entre el primero y Jaime Vadell haya una relación de décadas, colabora a que lo que sucede en el escenario sea profundamente verdadero.
Hay amor real dando vueltas, lo que es el sustrato profundo de esta obra. No interrumpe lo teatral, al contrario, hace que la trama, que los personajes, se nutran de pura honestidad.
So bien no se trata de una producción del Teatro Aparte, está su marca: un tipo de teatro que recoge experiencias generacionales propias de sus integrantes que, de paso, le toman el pulso a la sociedad en que vivimos.

Coordenadas
Hasta el 13 de abril en el Teatro Municipal de Las Condes