Un 13 de abril, hace 59 años, un valiente y arriesgado varón se propuso crear un nuevo conjunto de baile para la época en nuestro país. Con todo en contra (cosa que no ha variado mucho a la fecha), como la escasez de recursos, espacios adecuados y una escuálida subvención de carácter más bien simbólica, logró ser invitado para instalar en el tercer piso del Teatro Municipal de Santiago un grupo de entusiastas y comprometidos bailarines que venían trabajando bajo su mirada en la llamada “Sardinera”, del pasaje Almirante Montt, cercano al Cerro Santa Lucía. Octavio Cintolesi, fundador del hoy Ballet de Santiago, por aquellos días contaba con más entusiasmo que técnica en sus pupilos. No obstante, su visionaria mentalidad, contactos y conocimientos, permitió al conjunto naciente trabajar con figuras de gran envergadura y calidad internacional.
Al pasar los años la compañía fue creciendo y madurando tanto en lo técnico como en lo interpretativo. Hubo momentos de dulce y agraz al interior, pero nunca bajó los brazos ante las dificultades. Con mística y el norte claro, siguió su caminar. Figuras como Charles Dickson, Norman Dixon, Blanchette Hermansen, Genovaite Sabaliuskaite, Alexander Prokofiev, Rosario Llansol y una segunda vuelta de Octavio Cintolesi, tuvieron la responsabilidad de guiar y conducir a la Compañía de Ballet en una primera etapa.
A comienzos de la década de los 80’ se hacía necesaria una reestructuración, viniendo ésta de la mano del húngaro Iván Nagy y su esposa Marilyn Burr. Iván Nagy, artista de talla internacional, desafió a la compañía con nuevos estilos, rigor extremo, coreógrafos de primera línea y lenguajes diversos, además de llevar al conjunto a escenarios internacionales. El Ballet del Teatro Municipal se vistió de pantalones largos pasando a llamarse Ballet de Santiago. Desde allí en adelante, la compañía chilena adquirió categoría internacional. Hoy, en manos de la afamada Marcia Haydée, celebra sus cumpleaños N° 59.
foto memoriachilena.cl
Por Charles Benner