Stgo a Mil: Chela de Ferrari y su Shakespeare en clave travestida

Chela de Ferrari (62) es una emprendedora de las artes escénicas peruanas. No conforme con su desempeño como dramaturga y directora, hace ya 15 años creó el teatro La Plaza, punto neurálgico de la escena limeña. Allí estrenó en 2016 “Mucho Ruido por Nada”, atrevida versión de la comedia “Mucho Ruido y pocas Nueces”, de William Shakespeare, que llega la próxima semana en Santiago a Mil. Siguiendo la tradición de la época victoriana los personajes femeninos son interpretados por hombres, pero Chela prescindió del maquillaje y las pelucas como un gesto político, en el momento en que el congreso peruano debatía el proyecto de Unión Civil.

Hay que decir que el teatro La Plaza se ubica en Larcomar, Miraflores, barrio acomodado de Lima, y su público es más bien conservador. Según consignó el diario La República, “no faltaron quienes se fueron al ver las demostraciones de afecto entre los actores”.
Pese a eso, las criticas especializadas destacaron el montaje. Alberto Servat, del diario El Comercio, escribió: “No habíamos visto un Shakespeare tan vivo en mucho tiempo. Chela de Ferrari ha elaborado el homenaje más emocionante para el Cisne de Avon”. Y Pedro Salinas, de La República, lo describió como “una pieza rebelde, además de ser extremadamente chispeante y ocurrente”.
No solo hay hombres interpretando roles femeninos, sino que el público rodea la acción y puede disfrutar de una banda sonora ejecutada en vivo, compuesta por diversos temas, desde arreglos a clásicos de The Beatles hasta la setentera “Por qué te vas”, de Jeanette. Hay humor, bailes, y un final inesperado y opinante.
“Mucho Ruido por Nada” recibió los premios a Mejor Obra de Teatro en los Premios Aibal 2017, Mejor actor teatral (Pietro Sibile) y Mejor obra de teatro en los Premios Luces 2016 de El Comercio (votación del público), además del Premio Especial del Jurado en la premiación El Oficio Crítico 2016.

– En la obra, la mirada social tiene un peso importante en la trama. ¿Sigue siendo igual en su adaptación? A su juicio, ¿hemos avanzado en el tema de la sanción social a la diferencia?
– La adaptación de “Mucho Ruido por Nada” en Perú se hizo para visibilizar la naturalización de la violencia de género, así como los prejuicios existentes sobre las personas LGBTIQ+ en un contexto en el que se estaba debatiendo el proyecto de ley de Unión Civil en el Congreso, el cual lamentablemente fue archivado pero que generó un alto nivel de debate social sobre el reconocimiento legal de las uniones entre personas del mismo sexo, así como otras problemáticas que afectan el ejercicio pleno de sus derechos. Si bien la obra original no plantea estos temas, Shakespeare pone en el centro de la escena a un personaje como Beatriz, una mujer asertiva y perspicaz que toma la decisión de no relacionarse con los hombres de la manera tradicional. En ese sentido Shakespeare era un adelantado a su tiempo. Lo que estamos haciendo con nuestra versión es honrar el espíritu del dramaturgo isabelino y, a la vez, hacer que un clásico emita un mensaje vigente. Considero que ha habido grandes avances respecto a la sanción social a la diferencia, y esto se debe principalmente al esfuerzo de muchos movimientos sociales en su lucha por el reconocimiento de sus derechos que se refleja en la incidencia de sus demandas dentro del debate público, y a pesar de los múltiples esfuerzos de los sectores conservadores por silenciar estas voces, no hay vuelta atrás. Desde los diversos espacios, entre ellos el teatro, es necesario apoyar estos esfuerzos y promover la empatía, la reflexión y el diálogo sobre estas problemáticas que nos siguen dividiendo como sociedad.

– En época Isabelina, los actores varones vestían de mujer para interpretar los roles femeninos, pero se acercaban lo más posible a las mujeres (peluca, maquillaje etc). En “Mucho ruido por nada” los actores no disimulan su género. ¿Qué busca con ese recurso?
– Efectivamente, en la época isabelina los hombres interpretaban a las mujeres porque el género femenino estaba proscrito del espacio teatral tanto en la actuación como en la producción, ya que los patrones de género eran fuertemente binarios y solamente los hombres podían empoderarse en los espacios públicos. Para nosotros, el emplear hombres en papeles de mujeres, cumple otro propósito: recordarnos que el amor va más allá de los géneros y encargar a los actores la tarea de ponerse en los zapatos de una mujer. Nuestra propuesta es distinta a la del teatro isabelino. Entonces se hacía un gran esfuerzo por lograr que los actores se vieran realmente como mujeres: maquillaje, pelucas, eleccción de actores de acuerdo al biotipo que más se acercaba al de la mujer, edad, etc. Nosotros, en cambio, no ocultamos el hecho de que son actores hombres encarnando a mujeres. Lo hacen sin apoyo de ningún tipo de efecto o indumentaria salvo el uso de una falda. Trabajé con ellos con el encargo de que cada uno despertara su propia sensibilidad femenina dejando de lado los estereotipos que tenían archivados. No suelo identificarme con las imitaciones de mujeres que vemos con frecuencia en la televisión, o incluso en el teatro, cuando hombres encarnan a mujeres. Me resultaba muy interesante verlos abordar esa transformación sin hacer uso de ningún tipo de artificio. Aunque la historia es heterosexual, aspiraba a que la propuesta sirviera para recordarnos que bien podría tratarse de una pareja del mismo sexo, y que el derecho al amor de pareja —y su reconocimiento social— va más allá de los géneros. ¿No es el teatro, después de todo, el espacio para hablar de nuestros dilemas y proyectar nuestros anhelos?

– ¿Por que escogió adaptar “Mucho ruido y pocas nueces”? ¿Qué le resonó del texto?
– La obra nos permitía retratar, desde el humor, un mundo patriarcal y hablar sobre la injerencia de la comunidad en la plena realización del amor de pareja. La acción se desarrolla en una pequeña y conservadora comunidad siciliana, de una mentalidad muy similar a la de nuestra sociedad peruana hoy. La obra presenta la historia de dos parejas. Esta comunidad hará todo lo posible por apoyar la unión de Beatriz y Benedicto, y al mismo tiempo, producirá una violenta ruptura entre Claudio y Hero. El tema de la dificultad de la concreción del amor de pareja y el compromiso de la comunidad en este esfuerzo, fue lo que resonó en mi para realizar la adaptación. No tuve más que dar un paso para añadir la capa sobre el reconocimiento social de la unión de pareja del mismo sexo.

– Finalmente, ¿de qué quiso hablar usted con “Mucho ruido por nada”?
– Cuando la ley de unión civil fue rechazada en el Congreso sentí, como miles de peruanos, impotencia y frustración, y pensé que sería importante programar nuevamente en La Plaza una obra que tocara el tema, pero esta vez alejándonos de cualquier propuesta dramática. Buscaba una obra para bailar, cantar y celebrar el amor. Una obra que me permitiera explorar nuestra identidad de género y construir una imagen más rica, amplia y menos estereotipada de lo femenino y lo masculino. Con ese honesto propósito nació la obra. Pero en el camino otra forma de intolerancia fue ocupando un lugar relevante, la violencia contra la mujer. El tema nos lleva a dar un giro en la obra: uno de los actores se niega a representar el final que el autor escribió para su personaje. Asegura que ninguna mujer del público lo aceptaría. 14 hombres debaten, el público se suma: ¿ser fieles a la causa de la mujer o a Shakespeare?

Coordenadas
M100
14, 15 y 16 de enero
20:00 horas
$5000 y $12.000