“Amor de cuarentena” o cómo vivir una experiencia vía WhatsApp

“Amor de cuarentena” es una experiencia intensa, estimulante, que llegó en estos meses de pandemia desde el extranjero para estremecernos y mantenernos en suspenso recreando un personaje, al que no vemos, pero escuchamos. Se trata de un soliloquio escrito por Santiago Loza, dramaturgo argentino, dividido en audios que durante quince días son enviados por WhatsApp junto con material visual, como fotos y videos. La idea es que quien escucha elija una voz de entre 8 actores y actrices: en Chile podemos escoger entre Daniela Vega, Mariana di Girolamo, Patricia Rivadeneira, Antonia Zegers, Pancho Pérez-Bannen, Benjamín Vicuña, Álvaro Rudolphy y César Caillet.
No todas las voces interpretan de la misma manera los textos, pese a la dirección de la actriz y dramaturga Manuela Oyarzún quien pidió a los intérpretes situaciones físicas específicas al momento de grabar los audios, así como emociones o tonalidades. Sin embargo, cada uno y cada una aporta una textura diferente. Pude escuchar a dos, uno intenso y apasionado, el otro evocativo y nostálgico. Sus voces, diciendo los mismos textos, generan emociones y atmósferas absolutamente diferentes.
Yo (perdón que por esta vez escriba en primera persona) me incliné por un actor al que no entrevistaba en vivo ni veía en teatro desde hace mucho tiempo. Pensé que su voz me sonaría extraña, ajena. Pero no fue así. La verdad es que en los tres primeros audios que recibí lo escuché a él, lo que fue frustrante. Sin embargo, después sucedió la misma magia que ocurre en el teatro: el actor desapareció y apareció alguien más, un ser que se alimentó de mi imaginario, de mis sueños.

Las instrucciones sugieren que bauticemos a la voz con el nombre de un ex, pero hace muchos años que estoy en pareja y mis ex son seres borrosos, historias donde las peripecias ya están desteñidas. Entonces lo bauticé como Armando, el sufrido enamorado de “La dama de las camelias”.
Poco a poco, audio a audio (dichos prácticamente al oído mediante el WhatsApp), Armando me capturó. Perdí la distancia crítica y periodística para engancharme de la voz y su viaje emotivo. Esperaba impaciente el envío diario y recuerdo un domingo en sufrí ansiedad hasta las 21 horas en que por fin se produjo el encuentro. Porque fueron encuentros los que tuve con Armando, con su voz, que irrumpía en mi cotidianidad llevándome a terrenos sensibles, conocidos y también fantasiosos. Estábamos a solas. Desde la intimidad de mi celular y mi WhatsApp, escuchaba sus mensajes que -obviamente- sentía eran solo para mí.
Armando envió fotos, videos y canciones. Con algunos temas no enganché -lo que no alteró para nada la recepción de los mensajes- pero siempre lo hice con las imágenes. Es curioso, varias de ellas me dijeron mucho de mí misma, de mis obsesiones. Pero lo más impresionante sucedió cuando la voz acertó en nombrar mi estado de ánimo del momento. “No desesperes”, dijo. Y yo había tenido un día de esos que alteran a la persona más equilibrada. Callaré para evitar caer en spoilers
Supongo que simplemente se trata de eso maravilloso que sucede en el teatro: que nos identificamos, participamos de todas las convenciones y creemos, durante lo que dura la obra, todo lo que sucede en escena. Y eso sucede inclusive en las puestas fragmentadas o experimentales. Hay algo indefinible que nos atrapa.
En “Amor de cuarentena” hay muchos elementos teatrales, partiendo del monólogo escrito por Loza que seguro le resuena a cualquiera que lo lea o escuche, ya que no define conflictos sino que los sugiere. Luego se establece un pacto entre quien escucha y la voz, que remite al ritual del teatro.
Además, los actores y actrices debieron crear personajes para transmitir emociones y estados anímicos a través de su voz; hay una dirección que busca y guía su quehacer y, por supuesto, hay una intensa apelación al espectador, que en este caso se convierte en un auditor. También recoge el suspense de las novelas o folletines por entrega (como la mítica Corín Tellado), o las mejores teleseries.
Finalmente, si toda obra de teatro se completa inevitablemente en y con los espectadores, acá ese proceso es más profundo ya que el receptor no solo recibe lo dicho, sino que aporta lo no dicho y los porqués.
Esta experiencia remece, provoca nuestro imaginario, desempolva nuestros referentes de siempre y permite reconocernos en esa voz que, finalmente, nos habla solo a nosotros, de nosotros mismos.

Coordenadas
“Amor de cuarentena”
Últimos días en que puede partir: 23, 26 y 30 de septiembre
$4000 en escenix.cl

Escrito por Marietta Santi