Stgo a Mil: “Call Cutta”, humanidad tras el zoom

“Call Cutta 2020”, del colectivo alemán Rimini Protokoll, es una sorpresa. Las palabras escritas en la reseña no pueden transmitir la experiencia que vivimos los 30 espectadores que nos conectamos a esta particular sesión de zoom. Se trata de una situación que mezcla lo real con la ficción y sumerge a los participantes -de manera amable y natural- en una situación comunicativa muy íntima con dos desconocidas: Sunny (Suyanaya Roy), que vive en Tallin, Estonia; y Madhu (Madhushree Mukherjee), que está en Calcuta, India.

La pieza se divide en 5 actos, y comienza con Sunny llamando a Madhu. Ambas mujeres recuerdan su trabajo en un call center de la ciudad de Calcuta. primero vemos solo a Sunny y, mientras Madhu canta una canción tradicional, Sunny solicita que dibujemos como imaginamos a su excompañera de labores. Luego, en modo galería, debemos mostrar los dibujos mientras la retratada aparece en pantalla. Este es el comienzo de la interacción de las intérpretes con los participantes.

En mi experiencia, la mayoría prendimos las cámaras cuando nos pidieron y nos esforzamos por participar de la mejor manera posible. Vistos en modo galería éramos protagonistas también, una suerte de artistas amateurs que colaboramos -al parecer con conciencia- para que el espectáculo alcanzara capas diferentes de intimidad.

Ver y ser vistos fue un elemento explorado en la hora de duración de “Call Cutta”, y de la situación del call center se llegó fácilmente a la pandémica actual. ¿Cómo es hablar con una voz que no sabemos a quién pertenece?, esta pregunta, que motivó la primera experiencia de Rimini Protokol en 2005, llamada “Call Cutta”, es aplicable perfectamente al uso del zoom en la actualidad. ¿Cómo es hacer clases a alumnos a los que solo les escucha la voz? ¿Cómo es liderar una reunión cuando muy pocos de los asistentes prenden la cámara? Suma y sigue.

Con esta “Call Cutta 2020” la plataforma se utiliza para generar intimidad. Y mucha. En el acto 2 nos pidieron que nos instaláramos debajo de una mesa, en el 3 que mostráramos nuestra cocina y preparáramos algo para beber, en el 4 que compartiéramos lo que se ve por nuestra ventana y luego que bailáramos. También compartimos unos segundos con otro de los participantes del zoom, escogido aleatoriamente por el sistema (me tocó alguien, una ella, a quien había visto muchas veces pero nunca habíamos hablado)

Lo se que generó es difícil de expresar en palabras, pero decir que sentíamos que quiénes éramos y dónde estábamos le importaba a alguien más, se acerca bastante a lo que sucedió.
En la cercanía lograda influyen mucho las protagonistas, cálidas, empáticas, cercanas. Todo el tiempo se mueven en el límite entre la realidad y la ficción. ¿Son trabajadoras de call center? ¿Son actrices? ¿Están donde dicen que están? Finalmente, a la hora de la comunicación, esos datos no importan mucho.

En los últimos actos, Madhu y Sunny pidieron a la audiencia que hiciera preguntas. Hubo pocas, muy tímidas y simples. A final, solicitaron que nos acostáramos o nos pusiéramos cómodos, y luego plantearon preguntas sobre la muerte y la fugacidad de la vida humana. Fue un momento muy sensible, íntimo y sincero.

Todo terminó con Madhu cantando una canción bengalí, como al principio, con su cámara apagada. Durante su interpretación se sintió una gran comunión entre la treintena de desconocidos y desconocidas de distintas partes del mundo que nos juntamos en “Call Cutta 2020”. ¿Teatro? ¿Juego? ¿Realidad?

Poco importa, creo. Las categorías estéticas ceden el paso a la importancia de humanizar la comunicación, de humanizar la (odiada y amada) virtualidad.

Coordenadas
17 de enero, 12 horas
Vía zoom