Manuela Infante tiene una larga trayectoria como dramaturga y directora. Partió cuando aún estaba en la escuela, con “Prat”, primera entrega de la interesante compañía Teatro de Chile, que marcó la primera década del siglo XXI. ¿Las claves? La investigación escénica, la búsqueda filosófica de temas, el escarbar más allá de lo obvio. Manuela ha seguido con ese trabajo, con obras como “Realismo” y “Estado Vegetal”, y ahora sorprende con una nueva propuesta: “Cómo convertirse en piedra”.
En esta pieza la autora vuelve a su inquietud sobre la vida humana. ¿Qué tan diferentes somos de los otros habitantes de este mundo?
En la obra premiada por el Círculo de Críticos puso el ojo en el reino vegetal, pero ahora extrema su opción para centrarse en las piedras, que parecen no vivas -al menos no de la manera que conocemos- y radicalmente diferentes al ser humano. Su investigación la llevó a Kioto, donde investigó los karensaisu (jardines de piedra o jardines secos), lugares donde los japoneses reflejan la doctrina zen y que trabajan con la ausencia; muchos de ellos imitan la forma del agua, aunque ella no está presente.
En “Cómo convertirse en piedra” la dramaturgia trabaja la fragmentación y las numerosas capas, la reiteración, los puntos de vista diferentes y las multiversiones. En medio de un entramado que parece confuso – tejido por escenas en apariencia absurdas, textos en off y en vivo, ordenados de diversas formas- se delinean historias humanas relacionadas con la piedra. La mujer lapidada por la violencia machista, el trabajador intoxicado por desempeñarse en un mineral, las víctimas enterradas bajo kilos de rocas… Enormes frases señeras se proyectas en el fondo.
¿En qué nos parecemos a las rocas? ¿Por qué somos tratados como ellas, explotados, dinamitados? La humanidad se asoma, entre el supuesto y pedregoso caos.
El público debe entregarse, sin esperar nada. No hay relato, ni línea de tiempo ni progresión, por lo que hay que acallar la razón y aceptar que los materiales ensamblados lleguen a nuestros sentidos a través del marco sensorial (luz, sonido, actuación) que los acompaña.
Fundamental es elenco en esta propuesta, integrado por Marcela Salinas, Aliocha de la Sotta y Rodrigo Pérez, sensibles, dúctiles y absolutamente canalizadores de las preocupaciones de la obra. Asombra la fisicalidad de Marcela desde su entrada, así como la presencia de Rodrigo y la voz de Aliocha. Ellos interactúan con unos muñecos que los representan, muñecos blandos, que se apilan, se arrojan, se lanzan y se abandonan.
“Cómo convertirse en piedra” es un teatro contemporáneo, de tinte universal y sin continente, que requiere de un espectador activo y desprejuiciado. De corte abstracto (en relación al teatro convencional) e ideológico, se conecta con las dramaturgias europeas actuales desde su propio lenguaje. Vale la pena verla.
Foto Daniel Montecinos