María Paz Grandjean: ” Mi Laura creo que es una misma”

Durante muchos años, en el imaginario de chilenos y chilenas, Laura Larraín viuda de Valenzuela, el estirado personaje de “La Pérgola de las Flores”, de Isidora Aguirre, coincidía con el cuerpo, la cara y la voz de Silvia Piñeiro. Ahora, con la interpretación de María Paz Grandjean en la versión del musical producida por GAM y dirigida por Héctor Noguera, ha surgido una nueva manera de leer el personaje que seguro quedará en la retina de todos los espectadores. Su Laura no solo es pituca y adicta al tráfico de influencias, sino que concentra en ella una parte de la sociedad chilena reconocible para tod@s, y que también compartimos.

La actriz (44), formada en la Universidad de Chile, con un largo currículo teatral y parte del trío “Lágrimas, celos y dudas”, cuenta que Noguera la llamó directamente para integrarse a esta puesta en escena: “Él me vio en una obra que hicimos el año pasado, “El Tribunal del Honor”, de Daniel Caldera, trabajo de que saqué cosas buenas que no dieron resultado en modo total, pero sí en investigación de la creación actoral. Me dijo personalmente que le habían gustado varias cosas de las que hice en la obra”.

Luego de esa conversación pasaron alrededor de dos meses y la invitó a “La Pérgola…”. Claro que sin personaje definido aún y con dos posibilidades: Rosaura o Laura Larraín.

– ¿Qué sentiste cuando finalmente fuiste elegida para ser Laura?
– Me fue difícil, porque yo no estoy acostumbrada a los personajes cuicos. Igual, los tipos que ofrece Isidora Aguirre también coinciden con los tipos que están en Condorito, que es una comedia más bajita, por así decirlo, más gruesa. Pero vi que estaban los cuicos, los pobres, los frescos, los ingenuos, etc. Y estos tipos están en uno, es una herencia genética, más allá de si eres o no cuico, está, uno lo hereda igual como material. Me gustó mucho trabajar con eso. Me gustó harto también el estilo que tiene Isidora Aguirre que pone a las mujeres protagonistas en un nivel dueñas de los conflictos. Tito inmediatamente se dio cuenta que se trataba de eso, de líderes femeninas.

– ¿Cuál era tu relación con la obra, la habías visto, te gustaba?
– La había visto muchas veces. La había visto en la tele, obviamente, todos los 18 de septiembre, nunca la hice, pero me acuerdo de que la leí en el colegio. También hablé alguna vez con Isidora hace mucho tiempo, cuando yo era estudiante. Ella me contó de cómo había sido la obra, que le costó mucho, que en ese momento no le gustaba, pero también era humilde en el sentido de aceptar su popularidad.

– ¿Qué te gustaba más de la pérgola antes de entrar en esta versión, qué canción?
– Bueno, la que más me gusta aún es “Tonada de medianoche”. Incluso la cantamos con “Lágrimas, celos y dudas” para el lanzamiento de la programación 2019 del GAM. También me gusta la de Carmela, que canta tan bonito Daniela (Benítez, quien interpreta a Carmela), y que dice “yo no sé lo que me pasa…”. Y mi canción también, porque el tono me parecía muy aberrante. Las mismas chiquillas sopranos del elenco miraban con susto, y yo no soy soprano. Me di cuenta de que había que actuar no más para que de ahí salga esa voz cantada. Eso me gustó, el trabajo vocal en que tuve que indagar.

– ¿Cómo fue el proceso de encontrar tu personaje y después relacionarlo con el alcalde?
– Fue bien bonito, porque, aunque Tito (Noguera) tenía varias opiniones, dejó que uno desarrollara todas las cosas que se le ocurrían primero y después él las organizó. Tiene ideas esclarecedoras de los significados de los personajes dentro de esta historia, y de cómo está construida. Ese fue el trabajo, ir tirando ideas y él las fue seleccionando. Luego él te regala los mejores tips del mundo.

– ¿Revisaste las otras versiones?
– Todas las versiones que hay en internet las revisé enteras. Por eso me dije que la canción había que cantarla bien y en el tono. Y tuve que perderle el miedo porque, obviamente, yo quería bajarla para que fuera más cómodo cantarla, más orgánico. Pero me di cuenta de que está en ese tono por algo; era una época en que estaba la moda de tener cinturita y, al andar apretada, el aire no entra. Entonces el tono, la resonancia, inevitablemente se iba hacia arriba. Las mujeres se sueltan el corsé a principios del siglo XX y recién empiezan a respirar como cualquier humano. Me llamó la atención eso, y si Isidora la escribió en un tono tan alto es porque es un personaje que está apretado acá (se toca la cintura).

– ¿Quién es tu Laura?
– Mi Laura creo que es una misma, en tanto los privilegios que una tiene en comparación a la gente desposeída. Y no puedo dejar de evidenciar, porque para mí es muy evidente, de que la clase alta y sobre todo muchas mujeres de la clase alta chilena hasta el día de hoy, tienen como característica principal la arrogancia y la ignorancia. Por muy cuicos y aunque que estén en colegios de monjas son gente muy mal educada, que de verdad creen que sus privilegios son naturales y se los merecen.

– Como aquella mujer que trato mal a una vendedora, o esa que le tiró café a una chica.
– Claro, eso es ser muy rota, ordinaria, es petulancia, ignorancia, esa mezcla creo yo. De tan mal gusto. Además, de llevar los modelos de moda y belleza, y tratar de imponerlos. Cuando llegó mi vestuario de fiesta lo encontré medio feo, pasado, dije, porqué tan feo, no se supone que debería ser más fino, más elegante. Pero empecé a encontrarle más sentido al rato, como la clase alta imponiendo modelos ridículos de belleza, lisa y llanamente mal hechos, pero se lo ponen. Como tienen el poder, lo instalan como modelo a seguir. Esa ridiculez que pasa en Chile con la clase alta aquí es bien evidente.

– ¿Te inspiraste en alguien reconocible o no, más general?
– No, fue un poco en general y fui tomando elementos. Como cuando Evelyn Matthei está bien enojada y se le suelta el garabato, ese fue una de mis inspiraciones en el sentido del descontrol. También lo de la Cata Pulido con los pacos… Muy mala educación. Eso fue lo que más sentí presente en el personaje.

Sin grabadora me hablaste del baile ¿cómo fue eso?
– Ay, a mí me costó harto, porque uno ve el charleston bastante fácil, uno cree que tiene como tres pasos y ya. Me costó un mundo, y eso que tuve una muy buena profesora, que es la Pancha Infante, la mejor que hay en Chile en los últimos 50 años. Pero aun así me costó mucho, porque la coordinación de bailarlo y cantar, te lo encargo. Con tacos gigantes, incómodo, la peluca se te puede caer en cualquier momento, con toda esa estructura media travesti que tiene el personaje. Eso fue lejos una de las cosas más difíciles para mí. El control de la columna de aire, la respiración, manejar esas dos cosas al mismo tiempo y, además, construir un personaje. No basta bailar y cantar bien, tiene que ser en el personaje, tienes que inventar algo que lo sustente y eso es harta pega. No me lo había imaginado. Uno siempre anda mirando a huevo las cosas musicales, porque no habla de la vida y la muerte. No pues, me salió cuesta arriba.

¿Cómo fue la relación con el alcalde interpretado por Manuel Peña?
– Al Peña (Manuel) yo lo había visto, pero nunca me había topado con él en una obra. En ninguna instancia de trabajo. Fue un honor, es todo lo que me gusta de los actores mayores. Ultra trabajador, llega con una humildad dispuesto a aprender todo de nuevo, es bueno para investigar, es despierto, intuitivo, con ganas de recibir a los jóvenes. Me cae tan bien, lo encuentro total, chistoso, con buen humor, es muy hábil, con muchas pequeñas herramientas que las puede utilizar y lo hacen un buen actor.

¿Por qué crees que tiene tanta resonancia “La Pérgola…” más allá de lo musical? ¿Hay una identificación?
– Sí, lo que yo creo que es algo como Condorito, que habla de una época fundacional, que es cuando se definen hartas cosas, tanto de la estructura física de la ciudad como de las estructuras sociales. De alguna manera nos es pertinente esta historia, no es periférica, es de adentro, por eso te digo que esos personajes son más una indagación hacia adentro que una observación hacia afuera, porque igual es una genética que está. Yo lo veo en los niños, sobre todo, que es el público más fascinante, los ves como se van maravillando, los veo muy estimulados y veo como para ellos tienen sentido las historias, la van siguiendo. Claro pues, si también les pertenecen. Creo que es perteneciente a una genética.

¿Cuánto te preparas antes de cada función?
– Por los menos dos horas y media. Se vocaliza en grupo, se hace un training físico, después los que tenemos canciones las practicamos, sobre todo la mía que es la más complicada en términos de tono. Debo tener otra colocación y de hecho el personaje debe estar en otra colocación para poder dar este sonido acá (agudiza la voz y se toca la cabeza) tan raro, y agarrar el tono de la canción, porque si hablo como yo, no están todos esos saltos. Me gusta harto el entrenamiento constante, es lejos lo más interesante que le puede pasar a un actor, estar entrenándose todo el rato.

Además, estuvieron ensayando full.
– Full, mucho, mucho ensayo. Además, yo me conseguí que una amiga me ayudara con el charleston para poder relajarme con eso. Hay hartos talentos. Me siento muy agradecida de esta pega, me siento agradecida del encuentro con el Tito, encuentro que alguien de su edad, con su lucidez y capacidad de trabajo es impresionante.