Malicho Vaca impactó al medio teatral con su “Reminiscencia”, estrenada en 2020 en Chile y en el FIBA de Buenos Aires en marzo de este año, obra sencilla e íntima que mezcla la apropiación de la ciudad con la biografía del autor en un ensamble que habla de memoria y construcción identitaria colectiva. Ahora, en “Identidad #83”, Vaca toma la vida de Roberto Hoppmann, el conocido cirujano plástico y dueño del teatro Taller Siglo XX ubicado en Bellavista, para construir un biodrama que va más allá de la vida del retratado para hacerse carne en nuestra idiosincrasia e identidad mestiza.
El doctor se convierte en intérprete-creador al poner su intimidad a disposición de la obra: anécdotas, antepasados, miles de fotos y diapositivas, filmaciones. Casi un año trabajó la dupla para seleccionar lo que finalmente vemos en escena. Destaca que no se registran ni mencionan sus éxitos como cirujano plástico ni sus incursiones televisivas, solo una foto -colada entre muchas- revela ese lado de su vida.
La tónica es más profunda que un relato biográfico estilo Wikipedia. En vez de fechas hay hitos afectivos que marcaron al protagonista, y que consiguen enlazarse con la sensibilidad de los espectadores. Las palomas asesinadas de su niñez, el zapatito que se lleva el agua de la acequia, la colección de zungas, su ritos funerarios del amor de su vida, su pasión por el teatro, las fotos de sus abuelos muertos en la Alemania nazi. Fotos, videos, texto. Y un tesoro histórico: las cartas que su abuela escribió a su madre desde Alemania, encontradas mientras preparaba la obra.
Hoppmann preside la escena, en tanto Malicho y Raimundo Stevenson -encargado de la creación y composición sonora- están a un costado manejando sonido, registrando fotos cámara en mano y poniendo diapositivas, respectivamente. En un pequeño set, realizado con objetos en miniatura, se recrea el rito funerario judío de Yolanda, la compañera del doctor por más de 50 años. Una muñequita, un cajón, el paño azul que manda la tradición y luego los 7 días del hogar con las puertas abiertas para recibir a quienes van a dar el pésame. Y las miniaturas de la comida, siempre redonda, que se ofrece a las visitas.
El ritmo no decae, aunque hay variaciones que tienen que ver con lo emotivo. Hay humor -Hoppmann en zunga a lo lago de varias décadas, o de Arturo Prat en diversas producciones audiovisuales- y detalles simbólicos como una guirnalda de luces de colores que aparece en un momento como una revelación.
Los 83 años del protagonista se instalan en escena con todo su peso y valor. No es poco lo que han visto sus ojos del devenir nacional e internacional; en él hay historia, su cuerpo es fuente de datos valiosísimos para reconstruir el pasado de todos.
Desde la dirección, Vaca consigue romper con los estereotipos del docuteatro o biodrama, combinando formas para hacer una propia. Y cuando el espectador cree que lo que está viendo va a tomar el rumbo de otro creador o creadora del género, se produce algún quiebre estilístico o dramatúrgico.
“Identidad #83” es una mirada a la intimidad de Roberto Hoppmann, que consigue ir más allá de él y dar pistas de la intimidad de todos. Sus antepasados judío-alemanes se convierten en los abuelos inmigrantes de tantos de nosotros, de todos los colores e idiomas, que llegaron a estas tierras a probar suerte. Su niñez en la de una generación, marcada por la rudeza; su amor por Yolanda en un espejo de lo que sentimos o anhelamos sentir.
Tema aparte, y sin explicitarlo, la pieza homenajea al adulto mayor. No hay concesiones ni miradas paternalistas del director hacia el actor octogenario, tampoco reverencia, lo que encontramos es mejor: un trato igualitario. “Identidad #83” emociona sin sentimentalismos, toca la sensibilidad del público con sutileza y desde la historia mínima, haciendo que todos lleguemos a casa a mirar viejos álbumes de fotos.
Coordenadas
Hasta 19 de junio
jueves a domingo, 19 horas
Duración. 60 minutos
Recomendación: TE, desde 12 años
$5.000 Gral., $3.000 jueves populares y estudiantes