“Primavera con una esquina rota”: nueva versión que refresca emblemática obra

Luego de su puesta en escena en 1984, el emblemático Teatro Ictus reestrena con una nueva versión “Primavera con una esquina rota”, basada en la novela homónima de Mario Benedetti. Bajo la dirección de Jesús Urqueta y la adaptación de Emilia Noguera, la obra cuenta la historia de una familia, entre Uruguay y México, víctima del exilio y la dictadura.

En el marco de la conmemoración de los 50 años del golpe militar, Ictus repone este texto como un acto de homenaje a los artistas que resistieron el más oscuro periodo de nuestra historia, así como también un recordatorio a que la memoria sigue y seguirá presente en aquellos que padecieron esta época.

Todo parte con una intensa discusión entre tres personajes, el esposo, la esposa y un amigo, sobre política, poder, sociedad, familia e ideales.

El director – con éxitos recientes como “Arpeggione” y “El mar en la muralla” – nos muestra
a un escenario vacío. Seis sillas que cambian de lugar y una precisa iluminación ambientan los sitios representados: una casa, una plaza, una cabina telefónica, una cárcel. A medida que avanza el relato, vamos entrando en la emoción de lo que vive un padre preso por la dictadura, una niña con un padre ausente, una esposa desenamorada por el tiempo, un amigo culpable por sentir amor hacia la esposa de su amigo y un abuelo que no puede más con las circunstancias.

En el público se siente la emoción, se escucha.

La escena siguiente comienza con una niña (Camila Oliva) que, desde su inocente visión, hace jugar al público a la profesora y sus alumnos en una clase sobre las estaciones del año relatando sus sentimientos, anécdotas y reacciones; emulando su vida en comparación con el clima de cada una de estas épocas del año. Ella ríe mucho también y nos evoca esa ternura, magistral.
En cada aparición, vestida de jeans, polera y zapatillas, vuelve a enternecernos y hacernos reflexionar sobre el universo infantil en este determinado periodo en dictadura que a los otros personajes hizo pedazos.

Daniel Muñoz en el rol del padre, permanece arrinconado gran parte de la obra, haciendo alusión a una cárcel, torturado, amarrado, desolado, pero sin dejar de pensar con fuerza en sus ideales, firme en sus convicciones políticas. En un momento sale de ese estado, camina al centro del escenario, se sienta sobre éste y mirando al público nos declama su pensar. ¿Es el padre quien habla, es Daniel, es otro personaje?

Su amigo (Nicolás Zárate) con su esposa (Paula Sharim) comienzan a entretejer los cuestionamientos de sus emociones: ella se enamora de él, sin saber si su esposo volverá, quedando en tela de juicio, incluso por su suegro (Roberto Poblete), ante una encrucijada de esperar o continuar con la vida. El amigo se deja llevar por las emociones que hace al público entender cómo los sentimientos no pueden manejarse.

A pesar de transcurrir en una cárcel de Uruguay y una casa en México, toda esta familia se nos hace cercana, nos reflejamos en sus acciones y pensamientos donde cada personaje representa un miembro de nuestra sociedad.

Hay un punto de inflexión potente en el montaje: transcurridos varios minutos, el director rompe con las actuaciones y dos de los actores, Nicolás y Camila, llegan al centro del escenario con un libro en sus manos. Comienzan la lectura de un relato que cuenta lo sucedido con Roberto Parada, actor parte del elenco del año 84, quien recibe la noticia de la desaparición y degollamiento de su hijo, durante el intermedio de la función aquel año.

Este momento es desgarrador, Nicolás se emociona hasta las lágrimas, Camila se contiene, el público solloza: José Manuel, hijo de Roberto está muerto, quien decide que aquella función, a pesar de la noticia, debe continuar.
Una vez más, la simpleza de un montaje con un potente texto, nos demuestra que la dirección logra emocionarnos en cada momento con actuaciones llenas de reales sentimientos.

“Primavera con una esquina rota”, es una obra con un final feliz que culmina con la entrada del padre en escena de vuelta a su casa y la familia completa recibiéndolo, pero en la atmósfera se percibe y siente el hastío, la tristeza, la desesperanza, la frustración, por este periodo provocado por un golpe de estado.

fotos Inés Bascuñán

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Hasta el 1 de septiembre en la Sala La Comedia de Teatro Ictus.
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