“Sin sangre”: un regreso triunfal

La Compañía Teatrocinema vuelve a montar “Sin Sangre”, obra estrenada en 2007 y punto de partida de nuevo lenguaje teatral creado por su agrupación. Basada en la novela de Alessandro Baricco, adaptada por Laura Pizarro, Dauno Totoro, Diego Fontecilla y Juan Carlos Zagal, siendo la primera y este último integrantes y fundadores de la compañía. El teatro de Aldea del Encuentro en la comuna de La Reina recibe como residencia a esta compañía y tendrá en cartelera la obra del 4 al 28 de abril 2024.
Hace 19 años atrás, un grupo interdisciplinario encabezado por Laura Pizarro y Juan Carlos Zagal -ambos provenientes de la compañía La Troppa- comienzan un proceso de creación en torno a la imagen, utilizando los elementos del teatro, el cine, la fotografía, el comic y la animación 2-3D para desarrollar lo que ellos llamaron “el teatro de la luz” y “el viaje instantáneo entre el tiempo y el espacio”, proponiendo al espectador una forma diferente y única de disfrutar unaen torno a lo virtual, sonoro y real.

Los actores se sumergieron en el año 2005 en una experiencia tridimensional que juega con dispositivos visuales (proyectores) y los planos en perspectiva para generar ilusión de fondo, que en conjunto a la perfecta iluminación y el sonido, nos muestra un “multiverso” tremendamente novedoso para las artes escénicas de la época. Incluso algunos de sus pares dijeron que esto no era teatro.
Producto de este trabajo nace su primera producción en esta gama de colores: “Sin Sangre”. Cuya historia comienzo con la abrupta interrupción de tres armados hombres (Zagal, Christian Aguilera y Daniel Gallo), en una apacible granja habitada por Manuel Roca y su hija (Julián Marras y Laura Pizarro). Roca, acorralado por estos hombres, encierra a su hija en el sótano de la casa para su protección.
Nina, la hija, 50 años después regresa a cobrarse venganza por la muerte de su padre y su hermano. Asesinan de uno por uno a estos 3 hombres, dejando para el final al más joven, con quien desahoga toda su vida.
La sala de teatro de Aldea del Encuentro genera una intimidad con la puesta en escena que cautiva, siendo esta cercanía al escenario que permite al espectador estar prácticamente adentro de la historia.
Dos pantallas y un espacio en el centro son “el dispositivo” con que ellos trabajan, proyectando imágenes en el fondo que se funden con los actores y complementan con las visuales del frente.
Así la historia se desarrolla con objetos que entran y salen, cambios de vestuarios de los actores, interacción con las proyecciones, desplazamientos de tramoya, toda una coordinación perfecta de cada uno, pues son ellos quienes se encargan de hacer la magia teatral. Cabe señalar la baja necesidad de escenografía física, pues las pantallas son las encargadas de la ambientación.
Es cierto que la velocidad con que se cuenta la historia parece antigua, porque estamos acostumbrados a la rapidez actual de las cosas, que todo sea solo un momento para luego pasar a otro. Esa calma tiende a cansar, pero a su vez nos plantea una forma de apreciar ese tiempo con lentitud para ver cada detalle, cada texto, cada movimiento, como cuando escuchamos la lectura de un cuento.
La escena de Laura y Zagal -quien vuelve a la actuación luego de años de ausencia- deja de manifiesto su talento y experiencia teatral pues, a pesar del tiempo transcurrido en su quehacer, logran emocionar y mantener la atención del público con total rigor.
Es cierto que la complejidad de esta forma de hacer teatro requiere de una perfección en su desarrollo coreográfico para no ver las sombras, los encajes de las cosas, los movimientos en el fondo; detalles que en esta sala se notan.
Aparentemente todo está cronometrado, pero cada escena tiene un margen de velocidad que ayuda a los actores a desarrollar sus personajes con libertad, con emoción. Esto es gracias a que cada secuencia proyectada se va “haciendo correr” manualmente, dando tiempo a que cada escena tenga su propio tiempo.
A 17 años de su estreno, “Sin Sangre” no pierde ni un segundo su origen y gana con la experiencia de los años: esa perfección de los detalles que unen el cine con el teatro. Las proyecciones generan una atmósfera diferente al ser animadas logrando hacernos viajar a otros universos imaginarios que el teatro por si solo no llega. Es cierto que las imágenes en el telón (pantalla 1 y 2) distancian la esencia del teatro y pierde le emocionalidad presente en esta disciplina, sin embargo, entrega información visual adicional y nos hace cambiar de espacio en un solo segundo. Esa es la magia de Teatrocinema.