Montaje indaga con asertiva sutileza en las sombras de Claudio Arrau

Claudio Arrau es uno de esos hombres que vivió su vida atado a la época en que le tocó vivir. Desarrolló su talento en Alemania -donde llegó a los 5 años- vivió el nazismo, huyó a Estados Unidos debido al origen judío de su mujer y “olvidó” a su hijo mayor en Berlín. Un genio del piano, que duda cabe, pero sometido a las vicisitudes de la historia de manera pasiva, tratando de llenar con la música todo lo que no lograba asumir a modo personal. De esa parte, precisamente, se hace cargo la obra “Arrau, el otoño del emperador”, escrita por Ximena Carrera (“Greta”, “Jemy Button”, “Lucía”) gracias a un encargo del Teatro Municipal.

La autora se enfoca en la humanidad del pianista (Tito Bustamante), en ese ser que brota en soledad, luego de la muerte de su madre, de su esposa y de uno de sus hijos. Se ve cansado -la pena le ha impedido tocar el piano por meses- y también algo perdido. Es Ana (Paloma Moreno), una supuesta periodista, quien interrumpe su silencio y lo obliga a revisar momentos incómodos de su vida, como la muerte de Hans -su joven discípulo asesinado por la  Gestapo-, la separación de Klaudio, su primer hijo, o la ocasión en que tocó frente a Augusto Pinochet.

Francisco Krebs, el director, maneja con fluidez y delicadeza el viaje en el tiempo, ya que la dramaturgia se mueve fragmentariamente para mostrar diversos episodios en la vida de Arrau. En una escena lo vemos niño, frente al presidente Montt; en otra cuando su madre, doña Lucrecia, le pide que deje Alemania; y también conversando con la pianista venezolana Teresa Carreño, a quien admira.

La acción sucede teniendo como escenario la Sala Arrau, que se ha dejado prácticamente tal cual salvo la iluminación y un largo tul negro que viste y subraya la importancia que tiene el piano. Ángelo Solari, actor y músico, es el encargado de interpretar a algunos de los compositores preferidos de Arrau, como Bach, Beethoven, Debussy, Liszt y Mozart. La música no es un relleno – ni un contrapunto- en la puesta en escena, es un personaje más, que tiene su espacio y su tiempo. Otro acierto de Krebs.

El elenco se mueve con soltura en este viaje. Tito Bustamante está impecable como un Claudio Arrau envejecido y solitario, y también en sus otras versiones más jóvenes. Puede verse la fisura del personaje en la voz y el gesto del actor. Paloma Moreno, se muestra segura e incisiva como la mujer que llega a remover el pasado del prodigio; Paola Volpato y Francisco Ossa crean diversos personajes con versatilidad y contundencia. Volpato llega al punto de que sus
mujeres (Carreño, Ruth, la esposa de Arrau, y Lucrecia) parecen representadas por distintas actrices.

“Arrau, el otoño del emperador” es una pieza redonda, que no decae en ningún flanco y que en solo una hora entrega un perfil desconocido de un personaje del que todos conocemos sus grandezas, pero no sus sombras. El texto de Ximena Carrera abre la existencia de Arrau a otra mirada, hurgando en sus evasiones, en ese no hacerse cargo de lo afectivo y de lo político también.

A eso hay que sumar que la puesta en escena trae de vuelta el teatro al espacio de Agustinas después de casi dos décadas, lo que no es menor en estos tiempos de pandemia y aforo reducido. 

fotos Patricio Melo

Coordenadas
Sábado 21 de mayo 20 horas
Domingo 22 de mayo 18 horas
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