Pau Aran ofrece en “Un cadáver exquisito II”, que termina sus funciones hoy sábado 7 de enero en el GAM, un viaje sensorial, biográfico y emotivo que nos introduce en nuestra propia historia desde la suya. Un solo de danza que va y viene de la abstracción a lo concreto, de la teatralidad al goce puro, de lo autobiográfico a lo universal.
Hay que decir que Pau, catalán, 41 años, formación ecléctica en la danza (desde los bailes de salón al ballet), con 15 años en la compañía Tanztheater Wuppertal de Pina Bausch, tiene infinitos registros y recursos corporales. Su cuerpo se despliega, sus brazos y piernas se proyectan en el espacio hasta desbordarlo. Pero ni el virtuosismo, ni la técnica, ni las bellas líneas son el centro de este solo, sino una apertura sensible de su ser que lo lleva desde la inocente danza de la niñez al conflicto contemporáneo, siempre con un ángel conmovedor. Su honesta entrega, lejos de toda arrogancia protagónica, toca al público de diferentes maneras.
La dramaturgia de un “Un cadáver exquisito II”, realizada por el actor José Troncoso, es sencilla y no narrativa, pero fluye armoniosamente sin fracturas. Al comienzo, en off, Aran da señales de sus motivos para moverse: la música, las personas, los afectos, los sentimientos, las historias de vida. Y luego organiza su relato danzado a través de músicas que van desde la ingenuidad de “El Rey León” a la trágica aria “La mamma morta”, de la ópera “Andrea Chérnier”, deteniéndose en una melodramática Isabel Pantoja y en una contagiosa versión tradicional de la cumbia “La colegiala”.
Con oficio y sabiduría, Aran permite que estos temas que ya pertenecen a la cultura popular se alejen del cliché y se conviertan en hitos transversales. Hay juego, hay humor, hay guiños al inconsciente colectivo de varias generaciones. Y el público responde; se ríe, recuerda, se emociona, viaja al pasado y vuelve.
De algún modo no solo hay biografía en esta pieza, la particularidad es trabajada en conexión con lo social por lo que podemos ¿ver? ¿sentir? ¿palpar? (o los tres verbos juntos) períodos, estados, situaciones. Las tensiones en la danza del último tramo remiten a mucho de nuestra contemporaneidad, fracturada en casi todos los aspectos. En todo caso, son muchas las lecturas posibles, muchas las entradas.
En cuanto hay lenguaje vemos ballroom y sus formas encorsetadas, moderno de tintes contemporáneos y esa gestualidad tan propia de la danza teatro, que rompe con la cuarta pared. Hay danza que podemos leer fácilmente, y también movimientos que conflictúan el espacio y la sonoridad. Esta, a cargo de Juan J. Ochoa, intervine la escena con materialidades distintas que ayudan a crear atmósferas y rompen con la primera lectura inocente y juguetona.
Cuatro sillas, una cortina de fondo y un parlante -con el que dialoga el intérprete- son los únicos elementos escenográficos. No se necesita más, en realidad, ya que el cuerpo sensible de Pau -una especie de antena, pero que transmite y recibe al mismo tiempo- es suficiente
Al final, cuando entran los tramoyas y se llevan todo, desnudando al teatro de la misma manera que Pau lo ha hecho durante 50 minutos, se instala una especie de verdad insoslayable entre el intérprete y su audiencia. “Esto soy, acá estoy, con uds.”, parece decirnos. Y uno lo siente así.
Coordenadas
7 de enero, 21:30
GAM