“El delantal blanco”, “Las exiliadas” y “La gente como nosotros”, son obras teatrales que cumplen 60 años de escritura por el dramaturgo chileno Sergio Vodanovic. Pese al tiempo aún siguen vigente en sus temas y son producidas por por Corpartes, con la dirección de Héctor Morales en un lenguaje que roza lo cinematográfico.
Luego de una exitosa versión audiovisual de Trilogía Viña, realizada durante la pandemia y premiada por el Círculo de Críticos de Arte el 2021, Corpartes propone a su director el desafío de traspasar este trabajo a la presencialidad, explorando nuevos lenguajes y formas. Es así como nace “Vila, Tres Historias de Sergio Vodanovic”, trío de obras cortas entrelazadas en escena con la idea de mostrar todo lo que ocurre tras bambalinas durante un montaje teatral.
“El delantal Blanco” y “Las Exiliadas” son las dos primeras que el espectador ve. Ambas piezas se entrelazan en la puesta en escena cuál película o serie televisiva donde cada acto se une con el otro en un lenguaje audiovisual, sonoro y de movimiento, que lleva al público por a un teatro contemporáneo, en donde aparecen los técnicos, los moviendo de focos, cambios de vestuarios, entrando objetos y corriendo escenografías. Un recurso moderno para un texto clásico que podría “ensuciar” lo visual con tanta información, pero que entretiene por mostrar aquello que no se ve en una puesta en escena.
En la primera, una “señora” y una “empleada”, están en la playa disfrutando de un día de sol. En la conversación, las diferencias educacionales, económicas y culturales del diálogo se reconocen en nuestro presente nacional. En un juego de roles propuesto por una de ellas, la señora pasa a ser empleada y viceversa. Se suma entonces una visión de la vida y un conflicto entre ambos personajes, interpretados desde el realismo que hace hincapié en los textos, con simpleza en las ejecuciones, pero enérgico en su personaje.
La segunda obra, “Las Exiliadas”, Gabriela Hernández y Blanca Lewin encarnan a una madre y una hija también en la playa (al borde de esta). La madre hace alusión a los migrantes de la época negativamente, y la hija de poseer el territorio para sí, junto a la desesperación de conocer un hombre para “mezclarse”. La madre, cuica por excelencia, utiliza sus manos y gran vozarrón para dejarnos en claro su altanería y el poder sobre su hija, quien desde su banalidad solo quiere conocer a un hombre. Las dos ponen al servicio del público los diálogos digeribles para contar la historia, de una realidad todavía actual.
La tercera pieza, “La gente como nosotros”, se desprende de las otras apareciendo como broche de oro de la trilogía. Lo diferente es que esta puesta en escena vuelve a lo tradicional; escondiendo los recursos, las luces, los técnicos y la tramoya, cada personaje queda solo con su texto y la escenografía.
Dos parejas, un matrimonio adulto y otra de jóvenes, dialogan en torno a sus realidades: los conservadores casados, silenciosos, que no responden y los jóvenes rupturistas buscando su futuro en sus trabajos. Sin embargo, un hecho los une, que la señora pagó por los “servicios” del joven, pero nadie debe saberlo. Nicolás Pavez encarna este personaje, con una corporalidad grande y seductora, con quien es fácil empatizar por su voz cercana.
Lo impactante de las tres obras es que a 60 años de su escritura, sigan resonando estos temas sociales, muy contingentes por lo demás, como las diferencias socioculturales, económicas, la dominación del territorio, el silencio de las clases, el cartuchismo, interminables actuales coincidencias.