Montar un musical proveniente de otra cultura y además creado en décadas pasadas, como “Footloose” -en cartelera del Teatro Municipal de Las Condes- es siempre un riesgo. Si bien esta obra toca temas humanos y atemporales, su trama resulta simplona si la miramos con ojos actuales y desde nuestra latinidad. La versión chilena, dirigida por Natalia Grez, cumple con el ítem entretención y también con un elenco que logra ir más allá de eso.
El musical surgió en 1998 de la película homónima de 1984, protagonizada por Kevin Bacon y Lori Singer. La adaptación teatral debutó en Broadway gracias a la pluma de Dean Pitchford y Walter Bobie, mantuvo las canciones de la cinta y agregó más, sumando 15 en su total.
La versión chilena cuenta con la dirección de Natalia Grez, quien lleva varios años trabajando el formato musical (“Hit, un musical de los 80” , “John, el último día de Lennon”, “Clásicos del rock y del pop”, “Mercury, la leyenda”), y un elenco encabezado por Juan Antonio Raffo, Josefina Fiebelkorn, Felipe Castro, Daniella Lhorente y Mariana Loyola. En total son 21 artistas en escena, más doce músicos dirigidos por Valeria Peña, en un espectáculo que impresiona por lo multitudinario del elenco.
No hay adaptaciones locales, lo que permite apreciar la idiosincrasia norteamericana con sus particularidades y diferencias.
Ren (Raffo) llega a Bomont, un conservador pueblo norteamericano junto con su madre Ethel (Mariana Loyola), luego que su padre los abandonara. En ese lugar, ubicado en la ruralidad norteamericana, está prohibido el baile y la diversión nocturna, debido a un dictamen del alcalde/reverendo Moore (Felipe Castro) luego de que unos jóvenes, entre ellos su hijo, murieran al caerse al río de regreso de una fiesta. Inclusive hay toque de queda.
El enfrentamiento entre Ren -que proviene de Chicago- y el estatus quo del lugar, es mostrado en líneas gruesas, lo mismo el enamoramiento de Ren y Ariel (Josefina Fiebelkorn), la hija del alcalde, y la problemática relación de ella con su padre.
Felipe Castro destaca en su rol del alcalde. Su voz y su actuación traspasan el escenario para tocar al público, rompiendo así con lo esquemático de los personajes propios del género. El actor entrega algunos de los mejores momentos de la obra.
José Antonio Raffo es el intérprete adecuado para Ren, ya que canta y baila a un gran nivel, sin descuidar los matices de su personaje. Están muy bien en sus roles Daniella Lhorente, como la mamá de Ariel, y Josefina Fieberlkorn como la joven. Ambas con bellas y amplas voces, además de la entrega precisa de los caracteres de sus roles.
La acción se instala en un escenario solo intervenido por la orquesta, que se ubica en unas tarimas al fondo, y pasarelas modulares por donde transitan los actores y bailarines. Hay proyecciones que ayudan a ambientar las escenas.
El ensamble baila muy bien las vertiginosas y acrobáticas coreografías creadas por Brigitte Kattan (coreógrafa del Festival de Viña), y suena muy entonado en los cantos grupales. Solo en algunos cantos individuales se escuchan desafinaciones.
Más de dos horas de música y baile, que pese a las destrezas de los bailarines y la calidad de los actores, resultan un poco largas
